lunes, 31 de marzo de 2008

La A en The Devil's Dictionary de Ambrose Bierce

Como Bierce bien afirma en el prólogo de este libro, han existido innumerables diccionarios del diablo, del cínico, de frases chuscas, etc. Ya estamos tan acostumbrados a ellos (tal vez hasta cansados) que lo mejor que podría hacer un autor es NO OCURRÍRSELE PUBLICAR EL SUYO PROPIO; o bueno, tendría que ser demasiado ingenioso para merecer existir.

A continuación coloco una selección de las definiciones de este diccionario que más gracia me causaron con la letra...


ABSENT, adj. Peculiarly exposed to the tooth of detraction; vilifed; hopelessly in the wrong; superseded in the consideration and affection of another.

To men a man is but a mind. Who cares what face he carries or what form he wears? But woman's body is the woman. O, stay thou, my sweetheart, and do never go, but heed the warning words the sage hath said: a woman absent is a woman dead.
Jogo Tyree

ACKNOWLEDGE, v.t. To confess. Acknowledgement of one another's faults is the highest duty imposed by our love of truth.

ACQUAINTANCE, n. A person whom we know well enough to borrow from, but not well enough to lend to. A degree of friendship called slight when its object is poor or obscure, and intimate when he is rich or famous.

ACTUALLY, adv. Perhaps; possibly.

ADHERENT, n. A follower who has not yet obtained all that he expects to get.

ADMINISTRATION, n. An ingenious abstraction in politics, designed to receive the kicks and cuffs due to the premier or president. A man of straw, proof against bad-egging and dead-catting.

ADMIRATION, n. Our polite recognition of another's resemblance to ourselves.

AGE, n. That period of life in which we compound for the vices that we still cherish by reviling those that we have no longer the enterprise to commit.

ALLIANCE, n. In international politics, the union of two thieves who have their hands so deeply inserted in each other's pockets that they cannot separately plunder a third.

ANOINT, v.t. To grease a king or other great functionary already sufficiently slippery.

As sovereigns are anointed by the priesthood, so pigs to lead the populace are greased good.
Judibras

ANTIPATHY, n. The sentiment inspired by one's friend's friend.

ARDOR, n. The quality that distinguishes love without knowledge.

domingo, 30 de marzo de 2008

Caballo de Letras comprometido con la calidad de presentación de sus entradas

Caballo de Letras busca ofrecer calidad a los lectores en la presentación de sus entradas y se esfuerza porque éstas aparezcan libres de errores y defectos. Los caballos suelen equivocarse poco en las cosas que saben hacer, menos que los humanos. Desgraciadamente quien escribe este blog no es un equino. Bueno, cuando comete errores es un burro...

Por este motivo, si en alguna de las entradas se detectan errores de ortografía, sintaxis, formato, hipervínculos defectuosos o de cualquier otro tipo les agradecería me los indicaran colocando un comentario en la entrada donde se encuentran para corregirlos y evitarles molestias. Gracias y espero que sigan disfrutando el blog.

Alan

De Jesús y Orfeo, Adriano y Nietzsche y el amar al prójimo como a uno mismo...


Por aquel entonces Cuadrato, obispo de los cristianos, me envió una apología de su fe. […] Me cuesta creer que Cuadrato confiara en convertirme en cristiano; sea como fuese, se obstinó en probarme la excelencia de su doctrina, y sobre todo su inocuidad para el Estado. Leí su obra; mi curiosidad llegó al punto de pedir a Flegón que reuniera noticias sobre la vida del profeta Jesús, fundador de la secta, que murió víctima de la intolerancia judía hace unos cien años. Aquel joven sabio parece haber dejado preceptos muy parecidos a los de Orfeo, con quien suelen compararlo sus discípulos. A través de la monocorde prosa de Cuadrato, no dejaba de saborear el encanto enternecedor de esas virtudes de gente sencilla, su dulzura, su ingenuidad, la forma en que se aman los unos a los otros; todo eso se parecía a las hermandades que los esclavos o los pobres fundan por doquiera para honrar a nuestros dioses en los barrios populosos de las ciudades. En el seno de un mundo que, pese a todos nuestros esfuerzos, sigue mostrándose duro e indiferente a las penas y a las esperanzas de los hombres, esas pequeñas sociedades de ayuda mutua ofrecen a los desventurados un punto de apoyo y una confortación. Pero no dejaba por ello de advertir ciertos peligros. La glorificación de las virtudes de los niños y los esclavos se cumplía a expensas de cualidades más viriles y más lúcidas, bajo esa inocencia recatada y desvaída adivinaba la feroz intransigencia del sectario a formas de vida y de pensamientos que no son las suyas, el insolente orgullo que lo mueve a preferirse al resto de los hombres y su visión voluntariamente deformada. No tardé en cansarme de los argumentos capciosos de Cuadrato y de esos retazos de filosofía torpemente extraídos de nuestros sabios. Chabrias siempre preocupado por el culto que debe ofrecerse a los dioses, se inquietaba ante los progresos de esta clase de sectas en el populacho de las grandes ciudades; temía por nuestras antiguas religiones, que no imponen al hombre el yugo de ningún dogma, se prestan a interpretaciones tan variadas como la naturaleza misma y dejan que los corazones austeros inventen si así les parece una moral más elevada, sin someter a las masas a preceptos demasiado estrictos que en seguida engendran la sujeción y la hipocresía. Arriano compartía estos puntos de vista, pasamos toda una noche discutiendo el mandamiento que exige amar al prójimo como a uno mismo; yo lo encontraba demasiado opuesto a la naturaleza humana como para que fuese obedecido por el vulgo, que nunca amará a otro que a sí mismo, y tampoco se aplicaba al sabio, que está lejos de amarse a sí mismo.

Por lo demás el pensamiento de nuestros filósofos me parecía igualmente limitado, confuso, o estéril. Tres cuartas partes de nuestros ejercicios intelectuales no pasaban de bordados en el vacío…


Memorias de Adriano
DISCIPLINA AVGVSTA (fragmento)
Marguerite Yourcenar
Traducción de Julio Cortázar

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Este es otro de los fragmentos de Memorias de Adriano que aprecio mucho. Ocurren aquí varios detalles curiosos.

Primero, se compara a Jesús con Orfeo y es interesante porque en ambas historias ocuren hechos similares:

Ambos eran hijos de seres divinos, Jesús del dios hebreo y Orfeo de Apolo y la musa Calíope (las versiones varían).

La gente los seguía por sus dones sobrenaturales: en el caso de Jesús eran varios, como sus enseñanzas y milagros, y en el de Orfeo, su talento musical y póético con la lira.

Ambos habían perdido algo que amaban mucho y tuvieron que descender a las profundidades para recobrarlo: Orfeo perdió a Eurídice y bajó al Hades para intentar rescatarla. De acuerdo a la interpretación cristiana de las Escrituras, la humanidad (los gentiles e Israel, en cambos casos representados como una mujer en la Biblia) se alejó de Él y éste tuvo que descender a la tierra en forma de hombre en su rescate. El descenso de Jesús continuó a las partes profundas de la tierra. Aquí difiere la historia, pues Orfeo descendió vivo al Hades mientras que Jesús tuvo que morir para hacerlo.


Ambos tuvieron que vérselas con quien tenía el señorío del mundo de los muertos para rescatar a quienes amaban. Orfeo conmovió al dios de los muertos, Hades, y a su esposa Perséfone con la dulzura de la música de su lira. Hades le permitió regresar a los vivos junto con Eurídice imponiéndole una sola condición. De Jesús se afirma que tuvo que ser sacrificado para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

La victoria de Jesús se había dado sobre la tierra, en la cruz, y únicamente descendía al lugar de los muertos a tomar lo que le correspondía, mientras que la entrada de Orfeo a lo profundo era apenas el comienzo de su aventura.

Tanto Jesús durante su paso por la tierra como Orfeo en su recorrido de regreso a la región de los vivos fueron puestos a prueba: el sucumbir a la menor tentación tenía el poder de arruinar sus cometidos. Jesús fue tentado en el desierto, también en ocasiones por los discípulos mismos y la multitud que lo seguía y aún lo fue cuando se le pedía que bajara de la cruz, pero se mantuvo firme hasta el fin. La condición que Hades impuso a Orfeo para que regresara a los vivos junto con Eurídice fue que en todo el camino de retorno no volteara atrás para mirarla, pero lo hizo y la perdió.


Pese a que no se parecen del todo las historias de ambos, vemos que hay varios puntos en los que es interesante comparar a Jesús con Orfeo.
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Ahora bien, otro tema del fragmento es el asunto de la percepción de los valores cristianos. A lo largo de la historia, al cristianismo se le alaba y se le reprocha la consideración hacia los huérfanos, los pobres y las viudas, es decir, los débiles, los que no pueden valerse por sí mismos, los que menos son.

No creo que sea necesario detenernos en la alabanza hacia esta actitud (que comparte con muchas otras religiones), de esto siempre se ha dicho mucho.

La consideración hacia los débiles es una crítica que algunos como Nietzsche o el Adriano de Yourcenar hacen: el favorecer a los débiles va en detrimento de la exaltación de la fuerza, el poder, la voluntad, la riqueza, lo que nos hace valernos por nosotros mismos y útiles a los demás. El cristianismo crearía entonces parásitos. Es comprensible que el Adriano de Yourcenar pensara así porque él representaba la cabeza de un imperio que se había construído y mantenido gracias a la exaltación de eso valores; y por lo visto, también la mayoría de las sociedades actuales subsisten por ello.

Respecto al mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo pienso: ¿cuál habrá sido la actitud de los hombres de la antigüedad cuando escuchaban por primera vez el mensaje cristiano?, ¿se habrán quedado perplejos ante tal mandamiento o podemos apelar a que por la ley natural cualquier ser humano se da cuenta de ello? Aun si esto último es cierto, también lo es que el mandamiento no es algo tan sencillo de cumplir como parece, al menos cuando examino mis propias fuerzas.

¿Qué exigirá más esfuerzo entonces? ¿La exaltación del poder o el amar a los demás como a uno mismo? Y si lo segundo implica un mayor esfuerzo, ¿no sería esto finalmente un culto al poder? Si esto es así, el cristianismo es congruente: tiene a un dios que sufrió y fue humillado, pero que finalmente es soberano y poderoso y al que se debe rendir culto. Poder y amor no son contradictorios.

Puedo decir entonces lo siguiente no como una frase prefabricada ni como parte de una letanía:

Dios mío, soy tan débil...

Alan

sábado, 22 de marzo de 2008

El peligro de las metáforas

Volvió a imaginar que Teresa era un niño al que alguien había colocado en un cesto untado con pez y lo había mandado río abajo. ¡No se puede dejar que un cesto con un niño dentro navegue por un río embravecido! ¡Si la hija del faraón no hubiera rescatado de las olas el cesto del pequeño Moisés, no hubiera existido el Antiguo Testamento ni toda nuestra civilización! Hay tantos mitos que comienzan con alguien que salva a un niño abandonado. ¡Si Pólibo no se hubiera hecho cargo del pequeño Edipo, Sófocles no hubiera escrito su más bella tragedia!

Tomás no se daba cuenta en aquella ocasión de que las metáforas son peligrosas. Con las metáforas no se juega. El amor puede surgir de una sola metáfora.

La insoportable levedad del ser
Primera Parte. La levedad y el Peso. 5 (fragmento).
Milan Kundera
Traducción de Fernando Valenzuela
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Uno de los más grandes poderes de las metáforas está en que sacan a relucir relaciones entre dos o más ideas, cosas, personas... relaciones que a veces son insospechadas.

Algo de Eros hay en ello...

Alan

jueves, 20 de marzo de 2008

A Kempis; Amado Nervo


Este es el poema al que hacía referencia en el post anterior. Amado Nervo lo escribió a razón del libro De Imitatione Christi, de Thomas à Kempis.

Alan
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Sicut nubes, quasi naves, velut umbra...

Ha muchos años que busco el yermo,
ha muchos años que vivo triste,
ha muchos años que estoy enfermo,
¡y es por el libro que tú escribiste!

¡Oh Kempis, antes de leerte amaba
la luz, las vegas, el mar Oceano;
mas tú dijiste que todo acaba,
que todo muere, que todo es vano!

Antes, llevado de mis antojos,
besé los labios que al beso invitan,
las rubias trenzas, los grande ojos,
¡sin acordarme que se marchitan!

Mas como afirman doctores graves,
que tú, maestro, citas y nombras,
que el hombre pasa como las naves,
como las nubes, como las sombras...

huyo de todo terreno lazo,
ningún cariño mi mente alegra,
y con tu libro bajo del brazo
voy recorriendo la noche negra...

¡Oh Kempis, Kempis, asceta yermo,
pálido asceta, qué mal me hiciste!
¡Ha muchos años que estoy enfermo,
y es por el libro que tú escribiste!

El libro que envenenó a Dorian Gray

Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina.
Proverbios 12:18

Los libros contienen palabras. Hay entonces
libros que hieren mientras que otros alivian. Hay libros que inspiran y hay otros que adormecen. Hay libros de virtud, pero también existen otros de los que se dice han sido susurrados al oído humano por demonios.

Hay libros que nos sirven como freno...

¡Oh Kempis, Kempis, asceta yermo,
pálido asceta, qué mal me hiciste!
¡Ha muchos años que estoy enfermo,
y es por el libro que tú escribiste!
Amado Nervo

Hay otros que envenenan...

The hero of the wonderful novel that had so influenced his life had himself known this curious fancy. In the seventh chapter he tells how, crowned with laurel, lest lightning might strike him, he had sat, as Tiberius, in a garden at Capri, reading the shameful books of Elephantis, while dwarfs and peacocks strutted round him and the flute-player mocked the swinger of the censer; and, as Caligula, had caroused with the green-shirted jockeys in their stables and supped in an ivory manger with a jewel- frontleted horse; and, as Domitian, had wandered through a corridor lined with marble mirrors, looking round with haggard eyes for the reflection of the dagger that was to end his days, and sick with that ennui, that terrible taedium vitae, that comes on those to whom life denies nothing; and had peered through a clear emerald at the red shambles of the circus and then, in a litter of pearl and purple drawn by silver-shod mules, been carried through the Street of Pomegranates to a House of Gold and heard men cry on Nero Caesar as he passed by; and, as Elagabalus, had painted his face with colours, and plied the distaff among the women, and brought the Moon from Carthage and given her in mystic marriage to the Sun.

Over and over again Dorian used to read this fantastic chapter, and the two chapters immediately following, in which, as in some curious tapestries or cunningly wrought enamels, were pictured the awful and beautiful forms of those whom vice and blood and weariness had made monstrous or mad: Filippo, Duke of Milan, who slew his wife and painted her lips with a scarlet poison that her lover might suck death from the dead thing he fondled; Pietro Barbi, the Venetian, known as Paul the Second, who sought in his vanity to assume the title of Formosus, and whose tiara, valued at two hundred thousand florins, was bought at the price of a terrible sin; Gian Maria Visconti, who used hounds to chase living men and whose murdered body was covered with roses by a harlot who had loved him; the Borgia on his white horse, with Fratricide riding beside him and his mantle stained with the blood of Perotto; Pietro Riario, the young Cardinal Archbishop of Florence, child and minion of Sixtus IV, whose beauty was equalled only by his debauchery, and who received Leonora of Aragon in a pavilion of white and crimson silk, filled with nymphs and centaurs, and gilded a boy that he might serve at the feast as Ganymede or Hylas; Ezzelin, whose melancholy could be cured only by the spectacle of death, and who had a passion for red blood, as other men have for red wine -- the son of the Fiend, as was reported, and one who had cheated his father at dice when gambling with him for his own soul; Giambattista Cibo, who in mockery took the name of Innocent and into whose torpid veins the blood of three lads was infused by a Jewish doctor; Sigismondo Malatesta, the lover of Isotta and the lord of Rimini, whose effigy was burned at Rome as the enemy of God and man, who strangled Polyssena with a napkin, and gave poison to Ginevra d'Este in a cup of emerald, and in honour of a shameful passion built a pagan church for Christian worship; Charles VI, who had so wildly adored his brother's wife that a leper had warned him of the insanity that was coming on him, and who, when his brain had sickened and grown strange, could only be soothed by Saracen cards painted with the images of love and death and madness; and, in his trimmed jerkin and jewelled cap and acanthuslike curls, Grifonetto Baglioni, who slew Astorre with his bride, and Simonetto with his page, and whose comeliness was such that, as he lay dying in the yellow piazza of Perugia, those who had hated him could not choose but weep, and Atalanta, who had cursed him, blessed him.

There was a horrible fascination in them all. He saw them at night, and they troubled his imagination in the day. The Renaissance knew of strange manners of poisoning -- poisoning by a helmet and a lighted torch, by an embroidered glove and a jewelled fan, by a gilded pomander and by an amber chain. Dorian Gray had been poisoned by a book. There were moments when he looked on evil simply as a mode through which he could realize his conception of the beautiful.
The Picture of Dorian Gray
Chapter XI (a fragment)
Oscar Wilde

viernes, 14 de marzo de 2008

Nota a una nota de La Biblioteca de Babel


* Letizia Álvarez Toledo ha observado que la vasta Biblioteca es inútil; en rigor, bastaría un solo volumen, de formato común, impreso en cuerpo nueve o cuerpo diez, que constara de un número infinito de hojas infinitamente delgadas. (Cavalieri, a principios del siglo xvii, dijo que todo cuerpo sólido es la superposición de un número infinito de planos.) El manejo de ese vademecun sedoso no sería cómodo: cada hoja aparentemente se desdoblaría en otras análogas; la inconcebible hoja central no tendría revés.

La Biblioteca de Babel
Jorge Luis Borges
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El problema que plantea la nota es el del grosor de las páginas, ¿y si se cambia por uno de superficie? Igual de impráctico sería concebir una sola hoja que contuviera todos los libros de la Biblioteca, si es que éstos son finitos.

Si esto fuera así, la hoja sería tan extensa que formaría una gran llanura, un Edén donde pacería mi Caballo de Letras.

Alan

jueves, 13 de marzo de 2008

El encuentro de dos sabios

Una noche, durante una fiesta que Osroes daba en mi honor en la tienda imperial, advertí entre las mujeres y los pajes de largas pestañas a un hombre desnudo, descarnado, completamente inmóvil, cuyos enormes ojos parecían ignorar aquella confusión de platos cargados de carnes, de acróbatas y bailarinas. Le hablé valiéndome de mi intérprete; no se dignó contestar. Era un sabio. Pero sus discípulos se mostraban más locuaces; aquellos piadosos vagabundos venían de la India y su maesro pertenecía a la poderosa casta de los brahmanes. Supe que sus meditaciones lo llevaban a creer que todo el universo no es más que un tejido de ilusiones y errores; la austeridad, el renunciamiento, la muerte, eran para él la única manera de escapar al flujo cambiante de las cosas, por el cual sin embargo se había dejado arrastrar nuestro Heráclito, y de alcanzar más allá del mundo de los sentidos esa esfera de la pura divinidad, ese firmamento inmóvil y vacío con el cual también soñó Platón. A través de las torpezas de mis intérpretes presentía ciertas ideas que no habían sido enteramente extrañas a algunos de nuestros filósofos, pero que el sabio indio expresaba de manera más definitiva y desnuda. Aquel brahmán había llegado al estado en que nada, salvo su cuerpo, lo separaba del dios intangible, sin presencia y sin forma, al cual quería unirse: había decidido quemarse vivo al día siguiente. Osroes me invitó a presenciar la solemnidad. Alzóse una pira de maderas olorosas; el hombre se arrojó a ella y desapareció sin lanzar un grito. Sus discípulos no manifestaron la menor señal de dolor; para ellos no se trataba de una ceremonia fúnebre.

Aquella noche medité largamente. Estaba tendido en un tapiz de riquísima lana, protegido por una tienda adornada con espesas telas tornasoladas. Un paje me masajeaba los pies...

Memorias de Adriano
TELLUS STABILITA
Marguerite Yourcenar
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Este pasaje de las Memorias de Adriano me fascina por los contrastes: es exquisito. Un sabio de oriente y uno de occidente se encuentran. El Adriano imaginado por Yourcenar nunca se hubiera dado a sí mismo el título de sabio, tal vez tampoco el brahmán, pero sus seguidores sí lo veían como tal; no creo que se pueda decir lo mismo en el caso de Adriano. Sin embargo, a la luz de nuestro tiempo el Adriano descrito en las Memorias es un sabio moderno. No creo que nuestra forma de percibir la sabiduría haya cambiado mucho desde los tiempos de la Grecia antigua.

Estos dos hombres que aparecen en la narración ofrecen contrastes profundos:

Uno de ellos se encuentra comprometido con sus creencias y su concepción del universo hasta las últimas consecuencias, el otro no afirma que conoce una verdad absoluta, sino que siempre se muestra amable ante la cultura y el saber.

Mientras que a uno le es necesario renunciar a todo, incluso a su cuerpo, para fundirse con el absoluto el otro ve en el cuerpo una parte esencial del ser: a través de éste se adquiere conocimiento y se explora el mundo, no le son ajenos ni la austeridad ni el placer.

El brahmán muere desnudo arrojándose en la pira, el emperador se aleja a descansar con placer y meditar en la noche...

Alan

miércoles, 12 de marzo de 2008

Pero cuando llegó la 14a noche (fragmento); Las mil y una noches

Cuenta la leyenda que aquel que lea Las mil y una noches completas se volverá loco. Por fortuna, aun no llego a tal estado.

Adoro esta obra, es tan rica en todo: historias, más historias, historias dentro de historias, viajes, magia, conocimientos de medicina y remedios, astronomía, erotismo, teología del Islam, poesía, proverbios y sabiduría práctica, fábulas, recetas de cocina, personajes y reinos ficticios e históricos y la lista sigue...

Relatos conocidos por todos, como Aladino, Alí Babá y los 40 ladrones y Simbad el marino están contenidas en esta obra; bueno, no en la versión original, sino que con el paso del tiempo se le han ido agregando cuentos a ésta.

Algunos escritores, como Borges, amaron profundamente esta obra.

Si van a leer Las mil y una noches recomiendo que lo hagan NO en una versión simplificada o para niños, sino en una traducción que procure respetar el contenido y el tono original de la obra. Procuren seguir una secuencia.

La versión que puede ser descargada de elaleph.com es buena, no recuerdo el nombre del traductor. Otra que recomiendo es la relativamente costosa edición crítica de Cátedra, que corrió a cargo de dos amigos míos: Jesús Urceloy y Antonio Rómar. Al final, en las notas, a los muy sinvergüenzas se les ocurrió añadir un relato en que los protagonistas son ellos mismos con sus nombres chuzcamente adaptados al árabe, me pareció gracioso.

Otro detalle amable y gracioso de su parte fue incluir en la edición una lista de personajes relevantes en los relatos, lo que se dice de ellos y en qué parte de la obra aparecen, para que fuera fácil ubicarlos dentro del texto, ya sea por nombre o por características. Así, por ejemplo, temos que de Hassan Badreddin, un joven de magnífica hermosura, en un relato se dice: ¡Por Alah! ¡No he visto cosa parecida! ¡Ha sido creado para poner en combustión todas las vulvas! y en el comentario de Urceloy y Rómar aparece algo así como: "Lo dijo un efrit; por lo tanto, debe ser verdad".

En esta ocasión, coloco aquí un fragmento de la 14a noche. Es un relato de un combate entre dos magos, desbordante de imágenes e imaginación. Antes, los sitúo en el contexto: unas líneas atrás un saaluk nos dice que procederá a narrar sus aventuras, entre ellas cómo había sido convertido en mono y cómo es que perdió un ojo. Lo que coloco es sólo un fragmento de la aventura. Si quieren saber más, vayan directamente a Las mil y una noches.

Alan

Pero cuando llegó la 14a noche

Ella dijo:

He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que el segundo saaluk dijo a la dueña de la casa:

¡Oh, mi señora! Al oír la princesa el ruego de su padre, cogió un cuchillo que tenía unas inscripciones en lengua hebrea, trazó con él un círculo en el suelo, escribió allí varios renglones talismánicos, y después se colocó en medio del círculo, murmuró algunas palabras mágicas, leyó en un libro antiquísimo unas cosas que nadie entendía, y así permaneció breves instantes. Y he aquí que de pronto nos cubrieron unas tinieblas tan espesas, que nos creíamos enterrados bajo las ruinas del mundo. Y súbitamente apareció el efrit Georgirus bajo el aspecto más horrible, las manos como rastrillos, las piernas como mástiles y los ojos como tizones encendidos. Entonces nos aterrorizamos todos, pero la hija del rey le dijo: "¡Oh efrit! no puedo darte la bienvenida ni acogerte con cordialidad". Y contestó el efrit: "¿Por qué no cumples tus promesas? ¿No juraste respetar nuestro acuerdo de no combatirnos ni mezclarte en nuestros asuntos? Mereces el castigo que voy a imponerte. ¡Ahora verás, traidora!" E inmediatamente el efrit se convirtió en un león espantoso, el cual, abriendo la boca en toda su extensión, se abalanzó sobre la joven. Pero ella, rápidamente, se arrancó un cabello, se lo acercó a los labios, murmuró algunas palabras mágicas, y en seguida el cabello se convirtió en un sable afiladísimo. Y dió con él tal tajo al león, que lo abrió en dos mitades. Pero inmediatamente la cabeza del león se transformó en un escorpión horrible, que se arrastraba hacia el talón de la joven para morderla, y la princesa se convirtió en seguida en una serpiente enorme, que se precipitó sobre el maldito escorpión, imagen del efrit, y ambos trabaron descomunal batalla. De pronto, el escorpión se convirtió en un buitre y la serpiente en un águila, que se cernió sobre el buitre, y ya iba a alcanzarlo, después de una hora de persecución, cuando el buitre se transformó en un enorme gato negro, y la princesa en lobo. Gato y lobo se batieron a través del palacio, hasta que el gato, al verse vencido, se convirtió en una inmensa granada roja y se dejó caer en un estanque que había en el patio. El lobo se echó entonces al agua, y la granada, cuando iba a cogerla, se elevó por los aires, pero como era tan enorme cayó pesadamente sobre el mármol y se reventó. Los granos, desprendiéndose uno a uno, cubrieron todo el suelo. El lobo se transformó entonces en gallo, empezó a devorarlos, y ya no quedaba más que uno, pero al ir a tragárselo se le cayó del pico, pues así lo había dispuesto la fatalidad, y fué a esconderse en un intersticio de las losas, cerca del estanque. Entonces el gallo empezó a chillar, a sacudir las alas y a hacernos señas con el pico, pero no entendíamos su lenguaje, y como no podíamos comprenderle, lanzó un grito tan terrible, que nos pareció que el palacio se nos venía encima. Después empezó a dar vueltas por el patio, hasta que vió el grano y se precipitó a cogerlo, pero el grano cayó en el agua y se convirtió en un pez. El gallo se transformó entonces en una ballena enorme, que se hundió en el agua persiguiendo al pez, y desapareció de nuestra vista durante una hora. Después oímos unos gritos tremendos y nos estremecimos de terror. Y en seguida apareció el efrit en su propia y horrible figura, pero ardiendo como un ascua, pues de su boca, de sus ojos y de su nariz salían llamas y humo; y detrás de él surgió la princesa en su propia forma, pero ardiendo también como metal en fusión, y persiguiendo al efrit, que ya nos iba a alcanzar. Entonces, temiendo que nos abrasase, quisimos echarnos al agua, pero el efrit nos detuvo dando un grito espantoso, y empezó a resollar fuego contra todos. La princesa lanzaba fuego contra él, y fué el caso que nos alcanzó el fuego de los dos, y el de ella no nos hizo daño, pero el del efrit sí que nos lo produjo, pues una chispa me dió en este ojo y me lo saltó; otra dió al rey en la cara, y le abrasó la barbilla y la boca, arrancándole parte de la dentadura y otra chispa prendió en el pecho del eunuco y le hizo perecer abrasado.

Mientras tanto, la princesa perseguía al efrit, lanzándole fuego encima, hasta que oímos decir: "¡Alah es el único grande! ¡Alah es el único poderoso! ¡Aplasta al que reniega de la fe de Mohamed, señor de los hombres!" Esta voz era de la princesa, que nos mostraba al efrit enteramente convertido en un montón de cenizas. Después llegó hasta nosotros y dijo: "Aprisa, dadme una taza con agua". Se la trajeron, pronunció la princesa unas palabras incomprensibles, me roció con el agua, y dijo: "¡Queda desencantado en nombre del único Verdadero! ¡Por el poderoso nombre de Alah, vuelve a tu primitiva forma!”

Entonces volví a ser hombre, pero me quedé tuerto. Y la princesa, queriendo consolarme, me dijo: "¡El fuego siempre es fuego, hijo mío!" Y lo mismo dijo a su padre por sus barbas chamuscadas y sus dientes rotos. Después exclamó: "Oh padre mío! Necesariamente he de morir, pues está escrita mi muerte. Si este efrit hubiese sido una simple criatura humana, lo habría aniquilado en seguida. Pero lo que más me hizo sufrir fué que, al dispersarse los granos de la granada, no acerté a devorar el grano principal, el único que contenía el alma del efrit; pues si hubiera podido tragármelo, habría perecido inmediatamente. Pero ¡ay de mí! tardé mucho en verlo. Así lo quiso la fatalidad del Destino. Por eso he tenido que combatir tan terriblemente contra el efrit debajo de tierra, en el aire y en el agua. Y cada vez que él abría una puerta de salvación, le abría yo otra de perdición, y yo tuve que hacer lo mismo. Y después de abierta la puerta del fuego, hay que morir necesariamente. Sin embargo, el Destino me permitió quemar al efrit antes de perecer yo abrasada. Y antes de matarle, quise que abrazara nuestra fe, que es la santa religión del Islam, pero se negó, y entonces lo quemé. Alah ocupará mi lugar cerca de vosotros, y esto podrá serviros de consuelo".

Después de estas palabras empezó a implorar al fuego, hasta que al fin brotaron unas chispas negras que subieron hacia su pecho. Y cuando el fuego le llegó a la cara, lloró y luego dijo: "¡Afirmo que no hay más Dios que Alah, y que Mohamed es su profeta!" No bien había pronunciado estas palabras, la vimos convertirse en un montón de ceniza, próximo al otro montón que formaba el efrit.

Dies irae

El Dies irae es un himno del siglo XIII, considerado por algunos como el mejor poema en latín medieval. No hay acuerdo acerca de quién es su autor.

El tema del poema es la segunda venida de Cristo y el juicio que acontece con ella. Se puede considerar como un resumen de las creencias escatológicas de la Iglesia Católica.

Que lo disfruten.

Esta otra versión es de ritmo más lento y más monótona, aunque dura menos que la anterior. La pronunciación es más clara y la letra aparece conforme se va cantando en el poema, por lo que es fácil seguirla:


El Dies irae formaba parte de la Misa de Réquiem Católico-Romana. La secuencia del Dies irae aparece en casi todos los Réquiems de compositores de música clásica, una de las más famosas es la de Mozart:

A continuación se muestra el poema en latín y una traducción al español:

Dies irae

Dies iræ, dies illa,
Solvet sæclum in favilla,
Teste David cum Sibylla !

Quantus tremor est futurus,
quando judex est venturus,
cuncta stricte discussurus !

Tuba mirum spargens sonum
per sepulcra regionum,
coget omnes ante thronum.

Mors stupebit et Natura,
cum resurget creatura,
judicanti responsura.

Liber scriptus proferetur,
in quo totum continetur,
unde Mundus judicetur.

Judex ergo cum sedebit,
quidquid latet apparebit,
nil inultum remanebit.

Quid sum miser tunc dicturus ?
Quem patronum rogaturus,
cum vix justus sit securus ?

Rex tremendæ majestatis,
qui salvandos salvas gratis,
salva me, fons pietatis.

Recordare, Jesu pie,
quod sum causa tuæ viæ ;
ne me perdas illa die.

Quærens me, sedisti lassus,
redemisti crucem passus,
tantus labor non sit cassus.

Juste Judex ultionis,
donum fac remissionis
ante diem rationis.

Ingemisco, tamquam reus,
culpa rubet vultus meus,
supplicanti parce Deus.

Qui Mariam absolvisti,
et latronem exaudisti,
mihi quoque spem dedisti.

Preces meæ non sunt dignæ,
sed tu bonus fac benigne,
ne perenni cremer igne.

Inter oves locum præsta,
et ab hædis me sequestra,
statuens in parte dextra.

Confutatis maledictis,
flammis acribus addictis,
voca me cum benedictis.

Oro supplex et acclinis,
cor contritum quasi cinis,
gere curam mei finis.

Lacrimosa dies illa,
qua resurget ex favilla
judicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus.

Pie Jesu Domine,
dona eis requiem. Amen.
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Día de la ira; día aquel
en que los siglos se reduzcan a cenizas;
como testigos el rey David y la Sibila.

¡Cuánto terror habrá en el futuro
cuando el juez haya de venir
a juzgar todo estrictamente!

La trompeta, esparciendo un sonido admirable
por los sepulcros de todos los reinos
reunirá a todos los hombres ante el trono.

La muerte y la Naturaleza se asombrarán,
cuando resucite la criatura
para que responda ante su juez.

Aparecerá el libro escrito
en que se contiene todo
y con el que se juzgará al mundo.

Así, cuando el juez se siente
lo escondido se mostrará
y no habrá nada sin castigo.

¿Qué diré yo entonces, pobre de mí?
¿A qué protector rogaré
cuando ni los justos estén seguros?

Rey de tremenda majestad
tú que, al salvar, lo haces gratuitamente,
sálvame, fuente de piedad.

Acuérdate, piadoso Jesús
de que soy la causa de tu calvario;
no me pierdas en este día.

Buscándome, te sentaste agotado
me redimiste sufriendo en la cruz
no sean vanos tantos trabajos.

Justo juez de venganza
concédeme el regalo del perdón
antes del día del juicio.

Grito, como un reo;
la culpa enrojece mi rostro.
Perdona, señor, a este suplicante.

Tú, que absolviste a Magdalena
y escuchaste la súplica del ladrón,
me diste a mí también esperanza.

Mis plegarias no son dignas,
pero tú, al ser bueno, actúa con bondad
para que no arda en el fuego eterno.

Colócame entre tu rebaño
y sepárame de los machos cabríos
situándome a tu derecha.

Tras confundir a los malditos
arrojados a las llamas voraces
hazme llamar entre los benditos.

Te lo ruego, suplicante y de rodillas,
el corazón acongojado, casi hecho cenizas:
hazte cargo de mi destino.

Día de lágrimas será aquel día
en que resucitará, del polvo
para el jucio, el hombre culpable.
A ese, pues, perdónalo, oh Dios.

Señor de piedad, Jesús,
concédeles el descanso. Amén.
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Hasta ahora no he encontrado una página web que muestre la relación que existe entre el contenido del poema y los versículos de la Biblia que se utilizaron para construirlo, por lo que me pareció bien elaborar una. Esta relación no pretende ser exhaustiva. Existen versos del poema cuyo contenido es tan general (como por ejemplo, el tema de la misericordia o el de Jesús piadoso) que no es posible elegir determinados fragmentos de la Escritura que contengan todo el tema, pero algo es mejor que nada...

Los versículos citados pertenecen a la versión Reina-Valera 1960.

Dies irae (correlacionado con versículos de la Biblia)

1a estrofa
Sofonías 1:15-16
Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento,
día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres.
Salmos 110:5
El Señor está a tu diestra; quebrantará a los reyes en el día de su ira.

2a estrofa
Isaías 66:16
Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados.
Hechos 17:31
Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.

3a-6a estrofa
1 Corintios 15:51-52
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Mateo 25:31-32a
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,
y serán reunidas delante de él todas las naciones
Apocalipsis 20:11-13
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.
Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
Eclesiastés 12:14
Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

7a estrofa
Salmos 121:1
Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?
1 Pedro 4:18
Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?

8a estrofa
Romanos 3:24
Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús
Efesios 2:8
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios
Salmos 85:7
Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia, y danos tu salvación.

9a-10a estrofa
Isaías 53:5,11
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.
Juan 17:12
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.

11a estrofa
Hebreos 10:30
Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.
1 Tesalonicenses 1:10
Y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.

12a estrofa
Salmos 51:3
Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.
Isaías 1:18
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

13a estrofa
Juan 8:10-11
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Lucas 23:42-43
Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

14a estrofa
Mateo 8:8
Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.
Apocalipsis 20:15
Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

15a-16a estrofa
Mateo 25:32b-34,41,46
Y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

17a estrofa
Job 19:27
Al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
Salmos 25:17
Las angustias de mi corazón se han aumentado; Sácame de mis congojas.

18a estrofa
Daniel 12:2
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para verg:uenza y confusión perpetua.
Juan 5:28-29
No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;
y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.
1 Juan 2:1
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

19a estrofa
Salmos 23:2
En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.
Apocalipsis 21:23-24a
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella.