En esta porción de El Libro Negro, Gog narra una visita que hizo a una ciudad donde sus habitantes tenían costumbres muy distintas a todo lo que el millonario había visto alrededor del mundo. He aquí un fragmento que expone una de esas particularidades:
[...] Casi todos los habitantes siguen la antigua doctrina de Zaratustra, por lo cual creen en una divinidad creadora y bondadosa que lucha contra otra divinidad destructora y pésima. Mas, de esa doctrina sus seguidores deducen una consecuencia increíble y jamás pensada: su culto, las oraciones, ritos y sacrificios, son tributados únicamente a la divinidad mala, o sea al Diablo. Todos los santuarios están consagrados al Demonio, todos los sacerdotes están al servicio de Satanás. Las razones con que justifican tan diabólica adoración merecen ser consignadas, aun cuando tengan sabor a paradojas infernales.
Afirman sus teólogos que Dios es un padre amoroso, y por su naturaleza eterna no puede menos que amar y perdonar. No tiene necesidad de ofrendas ni de oraciones, sabe mejor que nosotros lo que se precisa cada día y no puede menos que proteger a sus hijos. El Dios malo, por el contrario, necesita ser adulado, propiciado, implorado, a fin de que no se ensañe contra nosotros. Se dedican ofrendas y tributos a los monstruos con la esperanza de que no se ensañen contra nosotros. Pues tal cosa es la que hacemos con el demonio. El mayor pecado del diablo es la soberbia, y por lo tanto nuestro culto exclusivo hacia él, nuestras alabanzas a su poder, nuestra perenne y humilde veneración logran halagarlo, dulcificarlo, ablandarlo, de tal manera que sus venganzas nos alcanzan mucho menos que a otros pueblos. El Dios Bueno, en su bondad infinita tiene compasión de nuestro miedo y debilidad, y sabe perfectamente que, aun cuando el culto externo sea para el Demonio, nuestro amor interno es para Él.
El delegado del rey, que me hizo saber todas estas cosas, no me dejó entrar en ningún templo de la ciudad, aun cuando le ofrecí una gruesa suma de oro para que me lo permitiese.
Me fui de Ascenzia lleno de estupor y asaltado por la curiosidad.
___________________________________
Bueno, se me hace interesante este modo de ver las cosas si tomamos como base el zoroastrismo. Todo tiene sentido: si existen dos dioses de igual poder, uno bueno y otro malo, tendría mucho sentido querer complacer, en primer lugar, al malo, pues es el único que podría hacernos mal. El dios bueno por defecto estaría de nuestro lado.
Por lo visto la religión de Ascenzia imaginada por Papini es una mezcla de zoroastrismo con cristianismo, pues en el zoroastrismo no existe Satanás o el Diablo (a menos que sólo lo diga haciendo referencia a un poder adversario o enemigo). En el cristianismo tenemos la lucha de un ángel contra Dios, lucha por demás estéril y de la que ya se supone el resultado en todo momento.
Por otro lado, la aceptación del zoroastrismo y de cualquier otra religión dual (en la que un dios totalmente bueno y otro totalmente malo, ambos de igual poder, están en pugna dentro del universo) plantea serios problemas y contradicciones filosóficas y teológicas que no pueden ser fácilmente sostenidas.
Tal vez en una futura entrada hable de esto.
Alan
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios no son discriminados en base a su postura respecto al contenido del blog, sólo son moderados para evitar irrelevancias en el tema o spam.