lunes, 14 de julio de 2008

Masa; César Vallejo

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…
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Me encanta. El contenido conmueve, es muy emotivo sin llegar a ser cursi (al menos, eso creo), y vaya que el moverse entre la línea límite de lo emotivo, pero sin sucumbir ante la tentación de lo cursi, no es algo fácil. Es en estos terrenos donde muchas veces se han escrito magníficos poemas. Hay buen ritmo porque predominan los versos de 7, 11 y 14 sílabas. Hablando de cursilerías... el poema también hace que se me venga a la mente una canción de Roberto Carlos: La Guerra de los Niños.

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