martes, 9 de septiembre de 2008

Los sonetos a Orfeo. Primera parte, soneto V; R. M. Rilke

No alcéis ninguna lápida. Dejad únicamente
que florezca la rosa cada año en su honor.
Porque eso es Orfeo: es su metamorfosis
en esto y en aquello. No debemos andar

en busca de otros nombres. Cada vez que algo canta
está cantando Orfeo. Como viene se va.
¿No es mucho ya que a veces logre sobrevivir
durante un par de días a la fuente con rosas?

Debe desvanecerse, ¡oh, si lo comprendierais!
Y aunque le diera miedo, se desvanecería.
Mientras con su palabra supera la presencia,

está ya donde no podéis acompañarle.
La reja de la lira no le traba las manos.
Y al tiempo que obedece, está ya transgrediendo.

Traducción de Jesús Munárriz
poesía Hiperión

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