cebado en el pesebre con cebada,
destroza de un tirón sus ataduras
y al galope recorre la llanura,
el suelo con sus cascos golpeando,
a bañarse habituado en las corrientes
de las aguas hermosas de algún río,
y orgulloso de sí yergue su cuello
y de uno y otro lado de sus lomos
vanle al compás las crines oscilando,
y, bien seguro de su lozanía,
muy ligeras sus patas le conducen
hacia donde se encuentra su querencia,
hasta el prado en que pastan las yeguas,
así el Priamida Paris descendía
desde lo alto de la ciudadela
de Pérgamo y cual sol resplandecía,
arrogante y fulgente por sus armas,
y veloces sus pies le iban llevando.
La Ilíada, de Homero
Canto VI, 506 y ss.
Traducción de Antonio López Eire
Cátedra, Letras universales
Canto VI, 506 y ss.
Traducción de Antonio López Eire
Cátedra, Letras universales
Duodécima edición
El traductor añade en una nota:
Los versos 506-511 reaparecen en el canto XV, cfr. Il. XV 263-268. Este bello símil fue imitado por Virgilio en la Eneida (Aen. XI 492 y ss.).Véase un interesante análisis de este símil en O. Tsagarakis, Form and Content in Homer, Wiesbaden, 1982, págs. 142-143
Los versos 506-511 reaparecen en el canto XV, cfr. Il. XV 263-268. Este bello símil fue imitado por Virgilio en la Eneida (Aen. XI 492 y ss.).Véase un interesante análisis de este símil en O. Tsagarakis, Form and Content in Homer, Wiesbaden, 1982, págs. 142-143
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