Dice Wisława Szymborska en su poema
Estoy demasiado cerca
Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
No vuelo sobre él, de él no huyo
entre las raíces arbóreas. Estoy demasiado cerca.
No es mi voz el canto del pez en la red.
Ni de mi dedo rueda el anillo.
Estoy demasiado cerca. La gran casa arde
sin mí gritando socorro. Demasiado cerca
para que taña la campana en mi cabello.
Estoy demasiado cerca para que pueda entrar como un huésped
que abriera las paredes a su paso.
Ya jamás volveré a morir tan levemente,
tan fuera del cuerpo, tan inconsciente,
como antaño en su sueño. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca. Oigo el silbido
y veo la escama reluciente de esta palabra,
petrificada en abrazo. Él duerme,
en este momento, más al alcance de la cajera de un circo
ambulante con un solo león, vista una vez en la vida,
que de mí que estoy a su lado.
Ahora, para ella crece en él el valle
de hojas rojas cerrado por una montaña nevada
en el aire azul. Estoy demasiado cerca,
para caer del cielo. Mi grito
sólo podría despertarle. Pobre,
limitada a mi propia figura,
mas he sido abedul, he sido lagarto,
y salía de tiempos y damascos
mudando los colores de mi piel. Y tenía
el don de desaparecer de sus ojos asombrados,
lo cual es la riqueza de las riquezas. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
Saco mi brazo que está debajo de su cabeza dormida,
Mi brazo dormido, lleno de agujas imaginarias.
En la punta de cada una de ellas, para su recuento,
se han sentado ángeles caídos.
Traducción de Elźbieta Bortkiewicz
Jorge Luis Borges en un fragmento de su ensayo: Historia de la eternidad, contenida en el libro del mismo nombre, registra...
"[...] aquel terrible pasaje de Lucrecio, sobre la falacia del coito: Como el sediento que en el sueño quiere beber y agota formas de agua que no lo sacian y perece abrasado por la sed en el medio de un río: así Venus engaña a los amantes con simulacros, y la vista de un cuerpo no les da hartura, y nada pueden desprender o guardar, aunque las manos indecisas y mutuas recorran todo el cuerpo. Al fin, cuando en los cuerpos hay presagio de dichas y Venus está a punto de sembrar los campos de la mujer, los amantes se aprietan con ansiedad, diente amoroso contra diente; del todo en vano, ya que no alcanzan a perderse en el otro ni a ser un mismo ser."
Ambos abordan el tema de la compenetración que existe entre los amantes. Szymborska transmite en su poema una cruda verdad: mientras más cerca se encuentre del hombre que ama, más distante se encuentra en el pensamiento de éste, pues no es necesario perseguir lo que se ha alcanzado, lo seguro, lo que ya se posee... qué mejor y más melancólica figura de ello que la contamplación de su amado dormido al lado suyo, segura de una sola cosa: que en el sueño de él, en ese profundo sueño, ella no tiene cabida...
Vayamos ahora a lo que precede al sueño de al menos uno de los amantes. Cuando Borges cita a Lucrecio se nos presenta otra clase de insatisfacción: aún la consumación de la unión carnal deja a quienes se aman con una sensación de haber sido burlados, de hallarse faltos, de no alcanzar la plena unión: tú sigues siendo tú y estás aquí junto a mí, pero de algún modo seguimos distantes, es imposible fundirnos plenamente. A veces pienso que acaso el ansia de representar el alcance de la unión perfecta, o la futilidad del intento, fueron causa de la metáfora y la analogía, materias primas de la literatura.
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