Soledad, soledad
¡cómo me miras desde los ojos
de la mujer de ese cuadro!
Cada día, cada día,
todos los días...
Cómo me miras con sus ojos hondos.
Si me quejo, parece que sus ojos
me quisieran decir que no estoy solo.
Y cuando espero lo que nunca llega,
me quisieran decir: aquí me tienes.
Y cuando lloro -algunas veces lloro-
también sus ojos se humedecen
o será que los miro con los míos.
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