Todos tienen bocas cansadas
y almas claras y sin doblez.
Y a veces cruzan por los sueños
nostalgias (como de pecado).
Entre ellos son muy parecidos
y en los jardines de Dios callan
cual muchos, muchos intervalos
de su fuerza y su melodía.
Y sólo al desplegar sus alas
despiertan un terrible viento:
cual si Dios con sus anchas manos
de escultor pasara las páginas
del oscuro libro del Génesis.
De: El libro de las imágenes
Traducción de Jesús Munárriz
poesía Hiperión
Una poesía muy contundente y muy clara, que demuestra la redundancia de Dios en nuestra vida, ¿no?
ResponderBorrarUn excelente blog tiene usted, me encantó, ya forma parte de mis favoritos.
Orlando.
Hola, Emiliano. Qué bueno que le haya gustado el blog.
ResponderBorrarMe muestro curioso por saber por qué cree que el poema demuestra la redundancia de Dios en nuestra vida.