domingo, 15 de noviembre de 2009

Llagas, flores caducas 2; Rubén Bonifaz Nuño


Nadie llamó. Silencio. Abrí la puerta
y estabas tú. Recuerdo: te cercaba,
ya desde entonces, una luz que daba
al alma el centro de una dicha incierta.

Y te vi, te nombré, y en la desierta
desolación del tiempo que pasaba
te alzaste para siempre. Todo acaba;
dura sólo tu imagen descubierta.

Estás lejos, relumbras en tu risa
pensando no sé en qué; lejos, ausente,
y gozo y paz y voz y luz repartes.

Pero tu imagen brilla en la sumisa
sombra de la memoria; está presente
conmigo, sola y siempre. En todas partes

1 comentario:

  1. Muy lindo poema y muy lindo blog, yo apenas empiezo con el mío, ojalá y pudieras recomendarme un poemario.

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