Sobre una cama de ébano, adornada
con águilas de coral, duerme profundamente
Nerón — inconsciente, tranquilo y feliz;
floreciendo en la salud de su carne
y en el hermoso ardor de su juventud.
Pero en la estancia de alabastro que cierra
el antiguo templo de los Enobarbos
cuán inquietos están sus Lares.
Tiemblan todos aquellos pequeños dioses
y se esfuerzan por ocultar sus insignificantes cuerpos.
Porque han escuchado un sonido terrible,
un sonido de muerte subiendo la escalera;
pasos de hierro que hacen temblar los peldaños.
Y asustados los miserables Lares
se esconden en los rincones del templo,
uno sobre otro cayendo y tropezando,
un diosecillo sobre otro,
porque saben ya qué imagen es la de ese ruido,
han reconocido el paso de las Erinias.
(La primera versión de este poema se tituló EL PASO DE LA EUMÉNIDES —según Malanos—. Parece segura la fuente del temor y precipitación de los Lares, en Suetonio, cuando en «NERÓN» afirma: exornati Lares in ipso sacrificii apparatu copnciderunt. También hay referencias similares en un poema sobre el mismo tema de Paparrigopulos)
Konstantino Kavafis; Poesías completas
poesía Hiperión
Vigésima edición, 2007
Pág. 25
Traducción y notas de José María Álvarez
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Cíclopa
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