martes, 28 de octubre de 2008

Soneto contra los románticos (1874); anónimo

¿Por qué te vas, mi bien, por qué motivo
sin razón te separas de mi lado,
dejándome de pena contristado
y sumergido en el dolor más vivo?

¿Por qué apartas de mí tu rostro esquivo
y a otra parte lo vuelves enojado?
¿Qué causa di a rigor tan impensado
ya furor tan cruel e intempestivo?

¿Por qué te vas, no sabes, ángel mío,
que con tu ausencia el alma me asesinas,
que extasiado de amor yo me extasío

contemplando tus gracias peregrinas?
¿Por qué te vas, por qué tanto desvío?
-Voy a echarles maíz a las gallinas.

Ómnibus de poesía mexicana
Presentación, compilación y notas de Gabriel Zaid
Poesía burlesca del siglo xix
Página 290
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
27a edición

A = A

Each thing is whait it is and not another thing.

-Joseph Butler

viernes, 24 de octubre de 2008

Neruda y Szymborska: dos poetas rinden homenaje a la cebolla

Es bello observar cómo un objeto tan sencillo y cotidiano como la cebolla llega a convertirse en materia prima de estos dos poetas para producir versos y expresiones tan sublimes. En ellos vemos a la cebolla y lo que ella evoca descritos de un modo insospechado...


Oda a la cebolla; Pablo Neruda

Cebolla
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.

Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.

Generosa
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.

También recordaré cómo fecunda
tu influencia el amor de la ensalada
y parece que el cielo contribuye
dándote fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios de un tomate.

Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino.

Estrella de los pobres,
hada madrina
envuelta en delicado
papel, sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.

Yo cuanto existe celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.





Cebolla; Wisława Szymborska

La cebolla es otra historia.
No tiene entrañas la cebolla.
Es cebolla cebolla de verdad,
hasta el colmo de la cebollosidad.
Por fuera cebolluda,
cebollina hasta la médula,
podría escrutar su interior
la cebolla sin temor.

En nosotros extranjería y salvajismo
apenas cubiertos por la piel,
el infierno de la medicina interna,
anatomía violenta,
y no sinuosos intestinos.
Reiteradamente desnuda
y hasta el fondo asíporelestilo.

Ser no contradictorio la cebolla,
logrado ente la cebolla.
En una, simplemente otra,
la mayor una menor contiene
y la siguiente a la siguiente,
y así la tercera y la cuarta.
Fuga centrípeta.
Eco concertado en coro.

Lo de la cebolla, eso sí lo entiendo,
el vientre más bello del mundo:
se envuelve a sí mismo en aureolas
para su propia gloria.
En nosotros: grasa, nervios, venas,
secreciones y secretos.
Y se nos ha denegado
la idiotez de lo perfecto.


Traducción de Carlos Morradán Casas

jueves, 23 de octubre de 2008

Ninguno cegó a Polifemo

Contexto: este es un fragmento de la Odisea que muestra una de las la tretas que Ulises utilizó para escapar con vida del cíclope Polifemo. Durante su travesía de regreso de la guerra de Troya el héroe y alguno de sus hombres se hallaron cautivos en la caverna que era morada del cíclope, quien devoraba a los cautivos de dos en dos cada vez que tenía hambre, salía a pastorear su ganado dejando a los hombres presos en su cueva cubierta con una enorme roca y regresaba a devorar otros más. Esta porción del canto IX, narrada por Ulises, comienza cuando el cíclope había salido de la cueva a pastorear sus rebaños mientras los hombres seguían atrapados…

De un redil a la vera tendido dejaba el ciclope
un gran tronco de olivo que aún verde arrancó para usarlo
tras dejarlo secar; comparado le habíamos nosotros
con el mástil de un negro navío de veinte remeros,
el bajel de transporte que cruza el abismo
de las aguas sin fin, que era tal de grueso y de largo.
De este leño corté la extensión de una braza y lo puse
en poder de mis hombres que fueran puliéndolo. Pronto
alisado quedó; le aguzaba yo en tanto la punta
y después lo curé al fuego vivo; por fin escondílo
recubriéndolo bien con estiércol, que en gran abundancia
se esparcía por la cueva. Al momento mandaba a mis hombres
sortear los que habían entre ellos de alzar aquel palo
y arriesgarse conmigo a meterlo y frotarlo en el ojo
del cuclope una vez le tomara el hechizo del sueño.
Y hete aquí que sacaron por suerte los cuatro que hubiera
Por mi gusto elegido; yo el quinto formé en su partida.
__Llegó él con la noche paciendo sus reses lozanas
dlucido pelaje y entrólas a la ancha caverna
sin dejarse ninguna en el hondo corral, ora fuese
con algún pensamiento o que un dios de ese modo lo impuso.
Levantando en seguida el ingente portón, ajustólo
a la entrada, sentóse a ordeñar sus ovejas y cabras
cada cual por su turno y soltóles por bajo las crías.

__Cuando al fin atendidos quedaron aquellos quehaceres,
atrapando a otros dos de los míos los hizo su cena.
Acerquéme yo entonces a él lavando mis manos
con un cuenco de negro licor y le hablé de este modo:
__‘Toma y bebe este vino, ciclope, una vez que has comido
carnes crudas de hombre. Verás qué bebida guardaba
mi bajel; para ti la traía si acaso mostrabas
compasión y ayudabas mi vuelta al hogar; mas no tienes
en tu furia medida. ¡Maldito! ¿Qué seres humanos
llegarán después de esto hasta ti? No has obrado en justicia.’

__Tal le dije; cogiólo y bebiólo con deleite salvaje
todo el dulce licor y pidióme sin pausa otro cuenco:
__‘Dame más, no escatimes, y sepa yo al punto tu nombre;
te he de hacer un regalo de huéspedes que habrá de alegrarte;
nuestro fértil terruño también a nosotros da un mosto
de racimos egregios que nutre la lluvia de Zeus;
pero esto es efluvio de néctar y flor de ambrosía.’

__Tal habló; yo brindéle de nuevo del vino tostado
y hasta dos veces más; y las tres lo apuró en su locura.
Mas después que el licor empezar a rondar las entrañas
del ciclope, volvíme yo a él con melosas palabras:
__‘Preguntaste, ciclope, cuál era mi nombre glorioso
y a decírtelo voy, tú dame el regalo ofrecido:
ese nombre es Ninguno. Ninguno mi padre y mi madre
me llamaron de siempre y también mis amigos.’ Tal dije
y con alma cruel al momento me dio la respuesta:
__‘A Ninguno me lo he de comer el postrero de todos,
a los otros primero; hete ahí mi regalo de huésped.’
__Dijo así y, vacilando, cayóse de espaldas; tendido
quedó allá con el cuello robusto doblado y el sueño,
al que todo se rinde, vencióle; eructando el borracho
despidió de sus fauces el vino y las carnes humanas.
__Yo a mi vez, en las brasas espesas metiendo aquel tronco,
esperé a que tomara calor; entretanto animaba
de palabra a los míos no fuese a arredrarlos el miedo;
y ya a punto de arder, aunque verde, la estaca de olivo,
encendida de brillo terrible, llevéla del fuego
hasta él. Mis amigos de pie colocáronse en torno
y algún dios en el pecho infundióles valor sin medida;
levantando la estaca oliveña aguzada en su punta
se la hincaron con fuerza en el ojo. Apoyado yo arriba,
la forzaba a girar cual taladro que en manos de un hombre
va horadando una viga de nave; a derecha e izquierda
mueven dos la correa y él agita sin pausa en su sitio.
Tal clavando en el ojo la punta encendida, a mi impulso
daba vueltas en él; barboteaba caliente la sangre
en su torno y el ascua abrasaba, quemada la niña,
la la ceja y el párpado; el fondo del ojo chirriaba
en el fuego. Cual gime con fuerza en tonel de agua fría
la gran hacha o la azuela que baña el broncista tratando
de dejarlas curadas (que es ésa la fuerza del hierro),
tal silbaba aquel ojo en redor de la estaca de olivo.
Exhaló un alarido feroz, resonó la caverna;
de terror nos echamos atrás; él cogiendo la estaca,
la arrancaba del ojo manchada de sangre abundante
y con gesto de loco arrojóla de sí con las manos.
__Daba voces llamando a los otros ciclopes, que en torno
por las cumbres ventosas poblaban las cuevas. Oyendo
sus clamores llegaban de acá y acullá y apostados
rodeaban la gruta inquiriendo qué mal le afligía:
__‘¿Por qué así, Polifemo, angustiado nos das esas voces
a través de la noche inmortal y nos dejas sin sueño?
¿Te ha robado quizás algún hombre las reses? ¿O acaso
a ti mismo te está dando muerte por dolo o por fuerza?’

__Desde el fondo del antro les dijo el atroz Polifemo:
‘¡Oh queridos! No es fuerza. Ninguno me mata por dolo.’

__Y en aladas palabras respuesta le daban aquellos:
‘Pues si nadie te fuerza en verdad, siendo tú como eres,
imposible es rehuir la dolencia que manda el gran Zeus,
pero invoca en tu ayuda al señor Posidón, nuestro padre.’

__Tal diciendo se iban y yo me reí en mis adentros
del engaño del nombre y el plan bien urdido. Gemía
el ciclope de agudos dolores y andaba palpando
con las manos en torno; quitó el pedrejón de la entrada
y, sentado a la puerta, los brazos tendía por si a alguno
atrapaba dispuesto a escaparse mezclado al rebaño:
¡tal de necio sin duda juzgábame a mí en sus entrañas!

Odisea IX, 319-419
Homero
Traducción de José Manuel Pabón
RBA Bolsillo
Biblioteca Clásica Gredos
Segunda edición, 2008

viernes, 17 de octubre de 2008

¿Por qué escribir poesía si podemos hablar por teléfono?; Jesús Urceloy

(Léase guardando las pausas versales)

Fue ella.
__________Me lo dijo
por teléfono.
__________Ella:la que no debería
morir jamás. (No), (Nunca)
—aunque estos diecisiete

años sin su desnudo...—
No importa. (En aquel tiempo
no existían los móviles).
Me lo leyó.
__________Le dije
tras dos largos, intensos
silencios respirando,
que era la hostia (la hostia)
—por entonces mi idioma
era mejor que éste
que hoy uso, o por lo menos
se me entendía más—:
"es cojonudo, tía".

Me sonaba. No quise
aventurar un nombre.
No tenía ni idea:
no tenía ni puta
idea.
__________Entonces dijo
—ella, la que no muere—
justo antes de colgar
las palabras más bellas
que un hombre escuchó nunca
de labios de mujer:

"es tuyo, gilipollas".

_________________________________

Cuando conocí a Urceloy me habló de este poema y dijo que el suceso que lo inspiró realmente ocurrió: una mujer con la que había tenido algo en el pasado le llamó un día y le leyó unos versos que le sonaron familiares pero él aun así no fue capaz de reconocer al autor, siendo él mismo.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Canciones de la experiencia del peyote; poesía huichola

(a)

Allá fui en la escalera azul del cielo.
Allá fui donde las rosas florecen,
donde las rosas hablan.

No oí nada. Nada oí.
Silencio.

Fui allá donde las rosas cantan,
donde los dioses aparecen
en la escalera azul del cielo.

Pero no oí nada. Nada oí.
Silencio, silencio.


(b)

Quién sabe por qué
los cerros se pararon
allá en Virikota.

Quién sabe por qué
los cerros hablan
allá en Virikota.


Ómnibus de poesía mexicana
Presentación, compilación y notas de Gabriel Zaid
Uno: Poesía indígena
I: Poesía anónima recogida entre los siglos xvi y xx
3. Huichol (siglo xx)
Página 15
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
27a edición

Vivir o morir, ¿qué es mejor?

A. -Distraídos en razonar la inmortalidad, habíamos dejado que anocheciera sin encender la lámpara. No nos veíamos las caras. Con una indiferencia y una dulzura más convincentes que el fervor, la voz de Macedonio Fernández repetía que el alma es inmortal. Me aseguraba que la muerte del cuerpo es del todo insignificante y que morirse tiene que ser el hecho más nulo que puede sucederle a un hombre. Yo jugaba con la navaja de Macedonio; la abría y la cerraba. Un acordeón vecino despachaba infinitamente La Cumparsita, esa pamplina consternada que les gusta a muchas personas, porque les mintieron que es vieja... Yo le propuse a Macedonio que nos suicidáramos, para discutir sin estorbo.

Z (burlón). -Pero sospecho que al final no se resolvieron.

A (ya en plena mística). -Francamente no recuerdo si esa noche nos suicidamos.


De: El Hacedor
Jorge Luis Borges
____________________________

Después de que una amiga me dijera que daba lo mismo estar vivos o muertos, pues ella dudaba de todo, incluso de nuestra propia existencia, le sugerí que hiciera lo mismo que en diálogo anterior: que se suicidara. Después de todo, de acuerdo a ella daría lo mismo.

Ahora me doy cuenta de que fui demasiado brusco e imparcial con ella, hubiera sido más sensato decirle que dejara su decisión al resultado de un lanzamiento de moneda.

Ella respondió que no lo haría, pues no sabía a ciencia cierta qué ocurre después de la muerte y al menos sabía qué era estar viva. Extraña situación es afirmar que se está vivo pero dudar de todo lo demás…

Al menos podemos concluir algo muy sencillo: para los seres vivos no es lo mismo la vida que la muerte, puesto que sabemos más de la primera.

¿Qué sabemos, entonces, de la muerte?

El relato de Borges es franco al hablar de la posibilidad de que exista algo para alguien después de morir o de que todo acabe ahí.

Creo que respecto a lo que ocurre después de la muerte los seres humanos sólo podemos…

a) Realizar conjeturas de lo que imaginamos que viene después de ella (incluida aquí la creencia de que la existencia acaba en la muerte, pues ¿quién puede afirmar por sí mismo esto?).

b) Apelar a un conocimiento que no provenga de nosotros, sino que nos sea dado; es decir, algo que le diga a los humanos qué ocurre después de la muerte. Las religiones, por ejemplo, tienden a apelar a un conocimiento que es superior al del hombre, pero otorgado al mismo, una revelación.

c) Afirmar que no sabemos lo que ocurre después de ella.

En el diálogo de Borges, A opta por esta tercera opción, mientras que la voz de Macedonio Fernández parece hacerlo por la primera (o eso parece, podría haberlo hecho también por la segunda posibilidad, pero en el diálogo no se nos dice cómo ha llegado a su conclusión).

El diálogo que tuve con mi amiga me hizo recordar aquél pasaje en Filipenses 1, en el que el apóstol Pablo discurre entre qué es mejor para él, si la vida o la muerte:

Vv. 20-22: […] ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.

Ninguno de los dos sabía qué escoger, pero al final tanto Pablo como mi amiga eligieron lo mismo, aunque esto fue por distintos motivos en cada uno…

Vv. 23-26: Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros. Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe, para que abunde vuestra gloria de mí en Cristo Jesús por mi presencia otra vez entre vosotros.

Bello símil en la Ilíada: comparación del retorno de Paris al combate con el galope de un caballo.

Y al igual que un corcel en el establo,
cebado en el pesebre con cebada,
destroza de un tirón sus ataduras
y al galope recorre la llanura,
el suelo con sus cascos golpeando,
a bañarse habituado en las corrientes
de las aguas hermosas de algún río,
y orgulloso de sí yergue su cuello
y de uno y otro lado de sus lomos
vanle al compás las crines oscilando,
y, bien seguro de su lozanía,
muy ligeras sus patas le conducen
hacia donde se encuentra su querencia,
hasta el prado en que pastan las yeguas,
así el Priamida Paris descendía
desde lo alto de la ciudadela
de Pérgamo y cual sol resplandecía,
arrogante y fulgente por sus armas,
y veloces sus pies le iban llevando.

La Ilíada, de Homero
Canto VI, 506 y ss.
Traducción de Antonio López Eire
Cátedra, Letras universales
Duodécima edición

El traductor añade en una nota:

Los versos 506-511 reaparecen en el canto XV, cfr. Il. XV 263-268. Este bello símil fue imitado por Virgilio en la Eneida (Aen. XI 492 y ss.).Véase un interesante análisis de este símil en O. Tsagarakis, Form and Content in Homer, Wiesbaden, 1982, págs. 142-143

Los sonetos a Orfeo. Primera parte, soneto VII; R. M. Rilke

¡Enaltecer, eso es! Alguien que enalteciera
emergió como el bronce surge desde la piedra
muda. Su corazón, oh efímero lagar
de un vino inagotable para la especie humana.

Nunca la voz le falla aunque esté junto al polvo
cuando el divino ejemplo se apodera de él.
Todo se vuelve viña, todo se vuelve uva
y todo lo madura su sensible solana.

Ni la putrefacción en las tumbas reales
va a poder desmentir ese enaltecimiento,
ni que desde los dioses se proyecte una sombra.

Él es un mensajero de los que permanecen,
que atraviesa las puertas de los muertos y sigue
sosteniendo sus fuentes de enaltecidos frutos.

Traducción de Jesús Munárriz
poesía Hiperión

Valga la redundancia...

Si la redundancia realmente vale, ¿no sería entonces redundarte enunciarlo?

lunes, 13 de octubre de 2008

Nada dos veces; Wisława Szymborska


Nada sucede dos veces
ni sucederá, y por eso
sin experiencia nacemos
sin rutina moriremos.

En esta escuela del mundo
ni siendo malos alumnos
repetiremos un año,
un invierno, un verano.

No es lo mismo ningún día,
no hay dos noches parecidas,
igual mirada en los ojos,
dos besos que se repitan.

Ayer mientras que tu nombre
en voz alta pronunciaban
sentí como si una rosa
cayera por la ventana.

Ahora que estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿La rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Cómo una flor o una piedra?

Dime por qué, mala hora,
con miedo inútil te mezclas.
Eres y por eso pasas.
Pasas, por eso eres bella.

Medio abrazados, sonrientes,
buscaremos la cordura,
aunque somos diferentes
cual dos gotas de agua pura.


Traducción de Gerardo Beltrán

domingo, 12 de octubre de 2008

Las personas [inserta aquí el adjetivo que mejor te describa] van al cielo; las que no lo son, a cualquier lugar...

Los Ángeles de Swedenborg

Durante los últimos veinticinco años de su estudiosa vida, el eminente hombre de ciencia y filósofo Emanuel Swedenborg (1688-1772) fijó su residencia en Londres. Como los ingleses son taciturnos, dio en el hábito cotidiano de conversar con demonios y ángeles. El Señor le permitió visitar las regiones ultraterrenas y departir con sus habitantes. Cristo había dicho que las almas, para entrar en el cielo, deben ser justas; Swedenborg añadió que deben ser inteligentes; Blake estipularía después que fueran artísticas. Los Ángeles de Swedenborg son las almas que han elegido el Cielo. Pueden prescindir de palabras; basta que un Ángel piense en otro para tenerlo junto a Él. Dos personas que se han querido en la tierra forman un solo Ángel. Su mundo está regido por el amor; cada Ángel es un Cielo. Su forma es la de un ser humano perfecto; la del Cielo lo es asimismo. Los Ángeles pueden mirar al norte, al sur, al este o al oeste; siempre verán a Dios cara a cara. Son ante todo teólogos; su deleite mayor es la plegaria y la discusión de problemas espirituales. Las cosas de la tierra son símbolos de las cosas del Cielo. El sol corresponde a la divinidad. En el Cielo no existe tiempo; las apariencias de las cosas cambian según los estados de ánimo. Los trajes de los Ángeles resplandecen según su inteligencia. En el Cielo los ricos siguen siendo más ricos que los pobres, ya que están habituados a la riqueza. En el Cielo, los objetos, los muebles y las ciudades son más concretos y complejos que los de nuestra tierra; los colores, más variados y vívidos. Los Ángeles de origen inglés propenden a la política; los judíos al comercio de alhajas; los alemanes llevan libros que consultan antes de contestar. Como los musulmanes están acostumbrados a la veneración de Mahoma, Dios los ha provisto de un Ángel que simula ser el Profeta. Los pobres de espíritu y los ascetas están excluidos de los goces del Paraíso porque no los comprenderían.

De: El libro de los seres imaginarios
J. L. Borges con Margarita Guerrero
____________________________________________

El sarcasmo y el fino humor se hacen patentes en esta descripción. Lo que me deja pensando son las añadiduras que los hombres hacen a la doctrina de Cristo como meras proyecciones de lo que cada uno es… al sabio le conviene que quienes vayan al cielo sean sabios; al artista, que sean artistas. Alguien podría decir que lo mismo ocurre con Cristo: un justo al que conviene que el cielo se gane a través de la justicia, pero el problema aquí es que estos dos hombres, tanto Swedenborg como Blake, aceptan la doctrina de Cristo como fundamental, y de hecho, desarrollan las suyas a partir del cristianismo. Si parten de la doctrina del cristianismo, entonces deberían haber reconocido la supremacía de Jesús sobre las enseñanzas de los demás, pero ellos añaden su propio pensamiento. Cristo dijo alguna vez de esto:

¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis.

Lucas 11:46

Podría creer casi lo que sea respecto a lo que la gente piense en cuanto a lo terrenal; por ejemplo, que el gobierno ideal es uno compuesto por una aristocracia de filósofos y que la persona más apta para estar al frente de éste es un rey-filósofo (afirmación hecha, por supuesto, por un filósofo, no podría ser de otro modo...), pero en cuestiones espirituales no podría decir lo mismo…

Qué bueno que Jesucristo sólo dijo que lo que tengo que hacer para llegar al cielo es el ser justificado por su obra redentora sometiéndome a él; imagínense si luego me dicen que también tengo que ser inteligente (Swedenborg), artístico (Blake), famoso y atlético (digo, qué tal si a Beckham se le ocurre hacer su propia versión del cristianismo…).

El camino del sol; poesía anónima Cora

Nuestro padre en el cielo piensa ponerse en marcha;
en marcha hacia el poniente.
Con su vara emplumada, con sus nubes,
adornará hermosamente el cielo.
Ya va bajando con su atuendo,
cada vez más cerca del poniente.
Ahora viste el traje rojo oscuro,
el traje horripilante.
Se adorna con todo.
Ya va a llegar allá,
se va a hundir en el agua de la vida.
Extiende nubes rojas oscuras.
Ya se hundió en el agua de la vida.

Ómnibus de poesía mexicana
Presentación, compilación y notas de Gabriel Zaid
Uno: Poesía indígena
I: Poesía anónima recogida entre los siglos xvi y xx
1. Cora (siglo xx)
Página 10
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
27a edición

lunes, 6 de octubre de 2008

Muestra de poemas de Un día... (Poemas sintéticos), de José Juan Tablada


De: La mañana


El saúz

Tierno saúz
Casi oro, casi ámbar
Casi luz...








El bambú

Cohete de larga vara
El bambú apenas sube se [doblega
En lluvia de menudas [esmeraldas.





De: Crepúsculo


Mariposa nocturna

Devuelve a la desnuda rama,
Nocturna mariposa,
Las hojas secas de tus alas.






De: La noche




El cisne

Al lago, al silencio, a la [sombra,
Todo candor el cisne
Con el cuello interroga...







La luna

Es mar la noche negra;
La nube es una concha;
La luna es una perla...