1
Un día
abandonaremos
la ciudad de México;
la dejaremos en pie y desierta
para que
las conjeturas
crezcan,
y nos iremos a fundar
en otra parte
nuestras maravillas.
2
El jueves en la mañana
despertaremos alegres,
llenos de sueños.
Desayunaremos dorados panes
y jugos de frutas;
bañamos en agua tibia
nuestros cuerpos sencillos
y salimos a mirar el sol.
Redonda y fina en calidad
fue la voz grande
de los demás.
-Vámonos,
ya vámonos,
se oía cantar.
3
Los bienes de la ciudad
fueron hechos
por los que estuvieron antes
y por nosotros.
Como flores
nos salieron de las manos
todas estas casas
y estas calles
y estos líricos hilos de la luz.
Y este humo espeso
que nos volvió ciudad de llanto.
4
Fuimos hechos con líquenes
y con palabras divinas;
amasaron
con jugos de flores
nuestra sustancia;
allá hicieron sacrificios,
en donde el tiempo pasa.
Está escrito:
cierta forma de
bocas
que abiertas
hasta la obscenidad
miran al cielo.
Merecimos la sangre,
fuimos dotados
con el soplo de la conciencia
atribulada.
Fuimos hechos.
5
Se nos salieron las lágrimas
cuando vimos sucio
lo blanco de nuestros ojos.
¿Qué transparencia queda ahora
para mirar el amor?
¿Cómo he de llegar
llorando mugre
a las sábanas blancas
de mi amada?
6
Nos convidábamos agua
unos a otros;
el que tenía sed
abría el grifo
por donde la buena voluntad
de los demás
salía;
luego le agregábamos azúcar
y zumo de limón
y nos bebíamos la frescura
de nuestras comuniones.
Así éramos,
no os quepa duda.
7
Nuestra crueldad
no tenía límites;
sacrificábamos
a la doncella
y al mancebo
para que con su natural inquieto
no removieran
nuestras viejas armonías.
Quizá fue en eso
en lo único
en que encontramos
escueta y redonda
la verdad.
8
En el puño
tengo el mal,
pero ya lo conozco,
más de una vez
he perdido
la memoria.
En el puño lo tengo
y lo dejo volar.
9
He sido destrozado
por la pasión;
incendiado hasta el hueso
quemé mi casa
varias veces;
ni cenizas quedaron
ni piedra sobre piedra;
sólo un dejo de olor;
nardos y almizcle.
12
Cuando regrese
pondré una miscelánea
en el zaguán;
en ella expenderé
redomas y sentimientos,
tallos de flor,
perfumes de cabellos
y pedazos de lumbre
que me queden.
Daniel 9 y 10
-
Daniel 9
Daniel empezó bien, y a su edad avanzada continuaba bien. Se levantó a
interceder y Dios le escucho. Dios no respondió hasta ese momento que
efect...
Hace 8 años.
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