_La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer.
_Vamos cayendo, cayendo de nuestro cenit a nuestro nadir y dejamos el aire manchado de sangre para que se envenenen los que vengan mañana a respirarlo.
_Adentro de ti mismo, fuera de ti mismo, caerás del cenit al nadir porque ése es tu destino, tu miserable destino. Y mientras de más alto caigas, más alto será el rebote, más larga tu duración en la memoria de la piedra.
_Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella y vamos cayendo. _Ah mi paracaídas, la única rosa perfumada de la atmósfera, la rosa de la muerte, despeñada entre los astros de la muerte.
_¿Habéis oído? Ese es el ruido siniestro de los pechos cerrados.
_Abre la puerta de tu alma y sal a respirar al lado afuera. Puedes abrir con un suspiro la puerta que haya cerrado el huracán.
_Hombre, he ahí tu paracaídas maravilloso como el vértigo.
_Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo.
_ Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso como el relámpago que quisiera cegar al creador.
_¿Qué esperas?
Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvidó sonreír.
_Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable.
Altazor, prefacio (fragmento)
Altazor / Temblor de Cielo
Vicente Huidobro
Edición de René de Costa
Cátedra, 13a. edición, 2005
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