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sábado, 28 de febrero de 2009

Los sonetos a Orfeo. Segunda parte, soneto I; R. M. Rilke


¡Oh tú, respiración, invisible poema!
Intercambio perpetuo de nuestro propio ser
y el puro espacio cósmico. Equilibrio
en que rítmicamente yo acontezco.

Ola única cuyo
mar paulatino soy;
tú el más ahorrador de los posibles mares,
adquisición de espacio.

¡Cuántos de esos lugares de los espacios han
estado en mi interior! Algunos vientos
son igual que hijos míos.

¿Me reconoces, aire, aún lleno de lugares
que fueron míos, tú, lisa corteza un día,
cimbra y hoja de mis palabras?

-Traducción de Jesús Munárriz

2 comentarios:

JUAN JES dijo...

Alan, tu tino para elegir textos es asombroso ¿por qué siempre eliges los más elevados? ¿Se puede saber?

-- dijo...

Gracias, JUAN JES. Me alegra que te hayan gustado varios de estos últimos. Respecto a tu pregunta, no lo sé… No sé en qué consista el que sean “elevados”, pero algo tiene o algo me provoca lo que elijo. Me gusta apreciar la forma, pero también el fondo de los textos y creo que a veces se pueden dar disociados y de todos modos ser bellos.

En el caso de este poema amo las dos cosas: el contenido y su forma. La manera en que Rilke se expresa aquí me parece tan bella y leve... tan bella y leve como el aire y el aliento de los que habla.