Estas bellas palabras las dijo Hasán Badr-al Din a quien en ese entonces no sabía que era su hijo perdido, Achib, en la noche veintidós de las Mil y Una Noches, dentro la historia de Nur al-Din y su hermano Sams al-Din:
¡Tanto he deseado la presencia de quien amo, que al verlo he
__quedado parado, mudo y ciego!
He inclinado, en honor suyo, la cabeza y he intentado ocultar lo
__que por mí pasaba, pero en vano.
Había preparado lágrimas enteras para alabarlo. Pero en
__cuanto nos hemos reunido, no he encontrado ni una palabra.
Me parecen bellas no tanto por la forma, sino porque expresan muy bien lo que a algunos nos ha ocurrido.
Es tan bello quedarse sin palabras ante alguien que no hemos visto en mucho tiempo, tan bello luchar en ese instante en que parece que quedamos mudos y en que quien tenemos frente a nosotros no intenta tanto hablar, sino que se apresura a la sonrisa y al abrazo.
2 comentarios:
Genial!!! Verdaderamente genial!
¿Cómo, JUAN JES? ¿Lo pudiste leer o creíste que la intención era hacerlo ilegible?
No sé por qué la edición de esta entrada apareció con letra microscópica. De todos modos, ya la corregí.
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