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miércoles, 15 de octubre de 2008

Los sonetos a Orfeo. Primera parte, soneto VII; R. M. Rilke

¡Enaltecer, eso es! Alguien que enalteciera
emergió como el bronce surge desde la piedra
muda. Su corazón, oh efímero lagar
de un vino inagotable para la especie humana.

Nunca la voz le falla aunque esté junto al polvo
cuando el divino ejemplo se apodera de él.
Todo se vuelve viña, todo se vuelve uva
y todo lo madura su sensible solana.

Ni la putrefacción en las tumbas reales
va a poder desmentir ese enaltecimiento,
ni que desde los dioses se proyecte una sombra.

Él es un mensajero de los que permanecen,
que atraviesa las puertas de los muertos y sigue
sosteniendo sus fuentes de enaltecidos frutos.

Traducción de Jesús Munárriz
poesía Hiperión

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