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martes, 15 de diciembre de 2009

Que un día cesara V; Luis Vicente de Aguinaga

imagine si ceci
un jour ceci
un beau jour
imagine
si un jour
un beau jour ceci
cessait
imagine
-SAMUEL BECKETT
Mirlitonades

Cesara un día.
Partiera sin más de un lado al otro,
de un momento
al otro.

Y fuera ese otro lado, ese momento
aquello que no es donde,
aquello que se ignora
y desconoce nuestras puntas, nuestros extremos,
_____nuestros límites,
y no sabe de mí.

Igual que nada.
Viene y me dice: igual
que nada. Vengo
y me dicen, me dan, me ven
y cuanta madre.
Me pregunto si vivo

y la pregunta sola me responde:
¿vives?

domingo, 15 de noviembre de 2009

Llagas, flores caducas 2; Rubén Bonifaz Nuño


Nadie llamó. Silencio. Abrí la puerta
y estabas tú. Recuerdo: te cercaba,
ya desde entonces, una luz que daba
al alma el centro de una dicha incierta.

Y te vi, te nombré, y en la desierta
desolación del tiempo que pasaba
te alzaste para siempre. Todo acaba;
dura sólo tu imagen descubierta.

Estás lejos, relumbras en tu risa
pensando no sé en qué; lejos, ausente,
y gozo y paz y voz y luz repartes.

Pero tu imagen brilla en la sumisa
sombra de la memoria; está presente
conmigo, sola y siempre. En todas partes

viernes, 25 de septiembre de 2009

Con la lluvia y su sonido pálido de helechos; Juan Bañuelos


La ballena es sólo el sueño de un náufrago.
Mas yo no hablo del mar. Lo que sueña es la lluvia.

Con espasmo de esponja
La luz se apaga mientras llueve,
El tiempo duerme mientras llueve,
Mientras llueve la arena es un jinete
Sobre las huellas que dejamos;
Caen de pronto las ventanas
Con los rostros olvidados en ellas hace tiempo.
No hay sino el galope y la herradura
De la tierra mojada y las hormigas,
La boca triste de la tarde
Dejada como un guante sobre el hielo,
La cáscara sin nadie y lo que pasa
Sino la espuma y las escamas de esta tarde
Vestida ferozmente,
Cuando entre tumbo y tumbo se astillan las palabras
Y el deseo atropella los huesos y la carne.

Qué tenas me destrozo mientras llueve,
Porque lluevo tan hondo y sin remedio
Que no soy más que este edificio
Que se desploma a ratos
Cuando cierro los ojos
Y soy husmeado, sin piedad, por el hocico
De todo lo que llueve.

Y evidente es que llueve.
Y es la tarde. Y es lluvia.
Y llueve y llueve y llueve.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Volver al mar; José Emilio Pacheco


Sombra
de los alcantilados en el mar
o mancha ondulante
de pez, de ave o de piedra.
Nada se mueve bajo el sol si el mar
es la inmovilidad del movimiento.
Y desde que empezó a ser mar
y perdió su planeta
está insistiendo con las mismas olas
en su plegaria plañidera
que de repente se transforma en la furia,
el tormento de la tormenta.

Este pedazo del inmenso mar
para mí es todo el mar
o como si lo fuera,
porque siempre regreso a verlo.
Y cuando pienso en mar
dentro de mí se forma esta imagen.
Quiero decir:
lo llevo tan dentro
que su rumor es como el caudal de la sangre.
Y desde mi subjetividad deleznable,
el mar se habrá cambiado en desierto
cuando ya no esté aquí para mirarlo y amarlo;
cuando mi ceniza
arda por un instante en la espuma rota
y de nuevo sea
átomo de la nada o de la vida invencible
en la totalidad del océano unánime.

domingo, 13 de septiembre de 2009

El reposo del fuego I, 8; José Emilio Pacheco


El mundo azota sus cadenas.
La tempestad desciende.
_________________Y yo sin nombre,
busco un rastro fugaz, quiero un vestigio,
algo que me recuerde, si he olvidado,
la secreta eficacia con que el polvo
devora el interior de los objetos.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Tras el festejo, el hermano del hijo pródigo se resuelve a mostrar quién es el peor de ambos; Luis Vicente de Aguinaga


El hijo mayor se hallaba en el campo, y cuando, de vuelta, se acercaba a su casa, oyó la música y los coros. Y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: “Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar un becerro cebado, porque le ha recobrado sano”. Él se enojó y no quería entrar, pero su padre salió y le llamó. Él respondió y dijo a su padre: “Hace ya tantos años que te sirvo sin jamás haber traspasado tus mandatos, y nunca me diste un cabrito para hacer fiesta con mis amigos, y al venir este hijo tuyo, que ha consumido tu fortuna con meretrices, le matas un becerro cebado". Él le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todos mis bienes tuyos son; mas era preciso hacer fiesta y alegrarse, porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido hallado”.

LUCAS, 15:25-32

Suponiendo que te lo diga.
Vamos a suponerlo. Que yo te diga:
“Soy el peor de tus hijos”.
O, a lo mejor, que lo mitigue:
“Vengo, padre, como el peor
de tus hijos”. Como si el peor
fuera el otro. Como si yo apenas
me le asemejara. Supongamos.
¿Ganarías algo con oírmelo?
¿Te venderían la gasolina más barata?
¿Conseguirías jubilarte por adelantado?
¿Te dirías a ti mismo: “Es lo que yo
esperaba oír”, y entenderías entonces
que ya no soy el peor, ni casi el peor,
pues he mejorado al admitirlo?

Brincos diéramos, padre. Bueno fuera.

Tendrá la culpa esta memoria,
si tú quieres. Qué digo
esta memoria: este recuerdo
solo, del día que temiste
tener un hijo menos, pues
ya no estaba por ninguna parte,
y me pediste a mí con la mirada
y un movimiento indigno de la mano
que fuera tus dos hijos, y que fuera
de preferencia el que perdiste.

¿Tendré la culpa yo, que soy
esta memoria? Qué digo
esta memoria: este recuerdo,
el rastro de la voz —mi propia voz—
del hijo que dejé de ser,
y para qué: para no ser
tampoco el otro. Qué digo
ese recuerdo: más bien el de tus ojos
mirando a través de los rebaños,
cruzando los campos de trabajo
y topándose al fin con el hombre que venía
y era el hijo perdido y el hermano
que yo no pude ser, que no fui nunca,
que se quedó sin mí al estar perdido
y me dejó sin él,
que me quedé también sin ambos
al irme sin mi cuerpo y al dejarme
a solas con tu tierra, padre,
solo de ti, solo de todos, a la espera
del día en que volviéramos, del día
en que pudiéramos al fin reconocernos.


De: Fractura expuesta
Mantis editores, 2008
Págs. 50-2

Cancion al que será flechado / Canción al flechador


CANCIÓN AL QUE SERÁ FLECHADO

Mocetones recios,
hombres del escudo en orden,
entran hasta el medio
de la plaza para
medir sus fuerzas
en la Danza del Kolomché.

En medio de la plaza
está un hombre
atado al fuste de la columna
pétrea, bien pintado
con el bello
añil. Puesto le han muchas
flores del Balché para que se perfume;
así en las palmas de sus manos, en
sus pies, como en su cuerpo también.

Endulza tu ánimo, bello
hombre; tú vas
a ver el rostro de tu Padre
en lo alto. No habrá de
regresarte aquí sobre
la tierra bajo el plumaje
del pequeño Colibrí o
bajo la piel
. . . del bello Ciervo,
del Jaguar, de la pequeña
Mérula o del pequeño Paují.
Date ánimo y piensa
solamente en tu Padre; no
tomes miedo; no es
malo lo que se te hará.
Bellas mozas
te acompañan en tu
paseo de pueblo en pueblo . . .
. . . No tomes
miedo; pon tu ánimo
en lo que va a sucederte.
Ahí viene el gran Señor
Holpop; viene
con su Ah-Kulel;
así también el Ahau
Can Pech, ahí
viene; a su vera
viene el gran Na-
con Aké; ahí viene
el Batab H . . .
Ríe, bien
endúlcese tu ánimo,
porque tú eres
a quien se ha dicho
que lleve la voz
de tus convecinos
ante nuestro Be-
llo Señor,
aquel que está puesto
aquí sobre la tierra
desde hace ya
muchísimo.


CANCIÓN AL FLECHADOR

Espía, acechador que andas cazando por los montes,
una vez, dos veces,
vamos a cazar a orillas de la arboleda
en rápida danza, hasta tres veces.
Alza bien tu frente,
alista bien la mirada,
no hagas errores
para que alcances tu premio.
¿Tienes bien afilada la punta de tu dardo?
¿Tienes bien enastada la cuerda
de tu arco, has puesto buena
resina de catzim en las plumas
que están en la punta de la vara de tu dardo?
¿Has untado bien
grasa de ciervo macho
en la fuerza de tu brazo, en la fuerza de tu pie,
en tus rodillas, en tus gemelos,
en tus costillas, en tu tórax, en tu pecho?
Da tres vueltas rápidas
alrededor de la columna de piedra pintada,
ahí donde está atado el viril
hombre joven, virgen e inmaculado.
Da la primera, a la segunda
toma tu arco, ponle la flecha,
apúntale al pecho, no es necesario
que pongas toda tu fuerza
para asaetearlo, para no
herirlo profundamente en sus carnes,
para que pueda sufrir un poquito,
pues así lo quiso
el Bello Señor Dios.
Cuando des la segunda vuelta
a la columna pintada de azul,
cuando la des,
asaetéalo de nuevo.
Habrás de hacer esto
sin dejar de danzar, porque
así es como lo hacen los buenos escuderos guerreros,
los hombres que se escogen
para dar bondad
a los ojos del Señor Dios.
Así como se asoma el sol
sobre el bosque del oriente,
comienza del arquero flechador
el canto.
Todo lo dan
los escuderos peleadores.


Ómnibus de poesía mexicana
Presentación, compilación y notas de Gabriel Zaid
Uno: Poesía indígena
I: Poesía anónima recogida entre los siglos xvi y xx
6. Maya peninsular
Páginas 25-8
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
27a edición

domingo, 30 de agosto de 2009

Soledad; Xavier Villaurrutia


Soledad, soledad
¡cómo me miras desde los ojos
de la mujer de ese cuadro!
Cada día, cada día,
todos los días...
Cómo me miras con sus ojos hondos.

Si me quejo, parece que sus ojos
me quisieran decir que no estoy solo.

Y cuando espero lo que nunca llega,
me quisieran decir: aquí me tienes.

Y cuando lloro -algunas veces lloro-
también sus ojos se humedecen
o será que los miro con los míos.

lunes, 24 de agosto de 2009

La disyuntiva; Luis Vicente de Aguinaga


Entre la soledad
y estar solo,
escojo lo segundo.
Lo mismo entre la dicha
y ser dichoso:
lo segundo.
Entre los años y los días,
lo segundo. Entre mi nombre
y tú al decirlo.

Hay quien me ve llegar
con paso lento
y escoger lo segundo,
lo que viene detrás, de peor es nada;
me ve con piedad intransigente,
con lástima implacable
de cazador apenado por su presa.
Yo recojo los restos,
hago con ellos un sombrero, una corbata,
y saludo a la usanza cavernícola.

Entre la espera y lo esperado,
lo segundo.
Entre los puntos y las comas.*
Entre los ya
y los todavía.

_____

* Nota del autor del blog: En el blog del propio autor del poema (http://aguinaga.blogspot.com/2005/09/la-disyuntiva.html) leemos: Entre los puntos / y las comas. La versión del poema que seguimos aquí es la aparecida en Fractura expuesta (Mantis Editores, 2008).

Campanas en la noche; Octavio Paz


Olas de sombra
mojan mi pensamiento
—y no lo apagan.

domingo, 15 de marzo de 2009

Alabando su manera de hacerlo; Gabriel Zaid


¡Qué bien se hace contigo, vida mía!

Muchas mujeres lo hacen bien
pero ninguna como tú.

La Sulamita, en la gloria,
se asoma a verte hacerlo.

Y yo le digo que no,
que no nos deje, que ya lo escribiré.

Pero si lo escribiese
te volverías legendaria.

Y ni creo en la poesía autobiográfica
ni me conviene hacerte propaganda.

lunes, 16 de febrero de 2009

Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (1978). Primera parte, XII; Jaime Sabines


Morir es retirarse, hacerse a un lado,
ocultarse un momento, estarse quieto,
pasar el aire de una orilla a nado
y estar en todas partes en secreto.

Morir es olvidar, ser olvidado,
refugiarse desnudo en el discreto
calor de Dios, y en su cerrado puño,
crecer igual que un feto.

Morir es encenderse bocabajo
hacia el humo y el hueso y la caliza
y hacerse tierra y tierra con trabajo.

Apagarse es morir, lento y aprisa
tomar la eternidad como a destajo
y repartir el alma en la ceniza.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Pour Marx; Gabriel Zaid


Querida:
_______Qué bien nadas,
sin nada que te vista,
en las aguas heladas
del cálculo egoísta.

jueves, 12 de junio de 2008

Una paloma al volar; Gabriel Zaid

Una paloma al volar
su dorado pico abría;
todos dicen que me hablaba,
pero yo no le entendía.

1
Dame las alas, paloma,
para volar a tus vuelos,
para subir a los cielos
de otro cielo que no asoma.
Este cielo que me toma,
nieve y silencio temía;
y ha de caer todavía
mientras tu voz se sustraiga,
-Si está cayendo, que caiga,
no ha de durar más de un día.

2
¿Por qué ya no puedo amarte
-ay Amor- sin conocerte,
si en buscarte está la muerte
de saberte y no encontrarte?
¿Por qué de un tiempo a esta parte
en tu nombre está mi suerte?
¿Por qué, si digo no verte,
te pido que si me amas
me digas cómo te llamas
-ay Amor- para quererte?

3
Esta noche callaría,
aunque viniese la muerte.
¿Y el silencio de perderte
con qué voz te cantaría?
Naranja dulce del día,
nocturno limón celeste,
te pido un favor y es éste:
(el que la canción pedía)
que le digas a María
que esta noche no se acueste.
_________________________________

Lo que me agrada más del poema es la unión de un sentimiento profundo con un lenguaje sencillo y hasta de tono lúdico.

La asociación de las frutas con los astros es magnífica.

Alan

miércoles, 20 de febrero de 2008

Escenas en el Puerto. 3. Circe; Gabriel Zaid

Mi patria está en tus ojos, mi deber en tus labios.
Pídeme lo que quieras menos que te abandone.
Si naufragué en tus playas, si tendido en tu arena
soy un cerdo feliz, soy tuyo, mas no importa.
Soy de este sol que eres, mi solar está en ti.
Mis lauros en tu dicha, mi hacienda en tus haberes.