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jueves, 25 de junio de 2009

Prehistoria; José Emilio Pacheco

1

En las paredes de esta cueva
pinto el venado
para adueñarme de su carne,
para ser él,
para que su fuerza y su ligereza sean mías
y me vuelva el primero
entre los cazadores de la tribu.

En este santuario
divinizo las fuerzas que no comprendo.
Invento a Dios,
a semejanza del Gran Padre que anhelo ser,
con poder absoluto sobre la tribu.

En este ladrillo
trazo las letras iniciales,
el alfabeto con que me apropio del mundo al simbolizarlo.
La T es la torre y desde allí gobierno y vigilo.
La M es el mar desconocido y temible.

Gracias a ti, alfabeto hecho por mi mano,
habrá un solo Dios: el mío.
Y no tolerará otras deidades.
Una sola verdad: la mía.
Y quien se oponga a ella recibirá su castigo.

Habrá jerarquías, memoria, ley:
mi ley: la ley del más fuerte
para que dure siempre mi poder sobre el mundo.


2

Al contemplar por vez primera la noche
me pregunté: ¿será eterna?
Quise indagar la razón del sol, la inconstante
movilidad de la luna,
la misteriosa armada de estrellas
que navegan sin desplomarse.

Enseguida pensé que Dios es dos:
la luna y el sol, la tierra y el mar, el aire y el fuego.
O es dos en uno:
la lluvia/la planta, el relámpago/el trueno.

¿De dónde viene la lumbre del cielo?
¿La produce el estruendo? ¿O es la llama
la que resuena al desgarrar el espacio?
(como la grieta al muro antes de caer
por los espasmos del planeta siempre en trance de hacerse).

¿Dios es el bien porque regala la lluvia?
¿Dios es el mal por ser la piedra que mata?
¿Dios es el agua que cuando falta aniquila
y cuando crece nos arrastra y ahoga?

A la parte de mí que me da miedo
la llamaré Demonio.
¿O es el doble de Dios, su inmensa sombra?
Porque sin el dolor y sin el mal
no existirían el bien ni el placer,
del mismo modo que para la luz
son necesarias las tinieblas.

Nunca jamás encontraré la respuesta.
No tengo tiempo. Me perdí en el tiempo.
Se acabó el que me dieron.


3

Ustedes, los que escudriñen nuestra basura
y desentierren puntas
de pedernal, collares de barro
o lajas afiladas para crear muerte;
figuras de mujeres en que intentamos
celebrar el misterio del placer
y la fertilidad que nos permite seguir aquí contra todo
-enigma absoluto
para nuestro cerebro si apenas está urdiendo el lenguaje-
lo llamarán mamut.
Pero nosotros en cambio
jamás decimos su nombre:
tan venerado es por la horda que somos.

El lobo nos enseñó a cazar en manada.
Nos dividimos el trabajo, aprendimos:
la carne se come, la sangre fresca se bebe,
como fermento de uva.
Con su piel nos cubrimos.
Sus filosos colmillos se hacen lanzas
para triunfar en la guerra.
Con los huesos forjamos
insignias que señalan nuestro alto rango.

Así pues, hemos vencido al coloso.
Escuchen cómo suena nuestro grito de triunfo.

Qué lástima.
Ya se acabaron los gigantes.
Nunca habrá otro mamut sobre la tierra.


4

Mujer, no eres como yo
pero me haces falta.

Sin ti sería una cabeza sin tronco
o un tronco sin cabeza. No un árbol
sino una piedra rodante.

Y como representas la mitad que no tengo
y te envidio el poder de construir la vida en tu cuerpo,
diré: nació de mí, fue un desprendimiento:
debe quedar atada por un cordón umbilical invisible.

Tu fuerza me da miedo.
Debo someterte
como a las fieras tan temidas de ayer.
Hoy, gracias a mi crueldad y a mi astucia,
labran los campos, me transportan, me cuidan,
me dan su leche y hasta su piel y su carne.

Si no aceptas el yugo,
si queda aún en la ceniza el rescoldo
de aquellos tiempos en que eras reina de todo,
voy a situarte entre los demonios que he creado
para definir como El Mal cuanto se interponga
en mi camino hacia el poder absoluto.

Eva o Lilit:
escoge pues entre la tarde y la noche.

Eva es la tarde y el cuidado del fuego.
Reposo en ella, multiplica mi especie
y la defiende contra la gran tormenta del mundo.

Lilit, en cambio, es el nocturno placer,
el imán, el abismo, la hoguera en que ardo.
Y por tanto la culpo de mi deseo.
Le doy la piedra, la ignominia, el cadalso.

Eva o Lilit: no lamentes mi triunfo.
Al vencerte me he derrotado.


José Emilio Pacheco
El silencio de la luna [POEMAS 1985-1993]
Era / Casa de Poesía Silva, 1996
Páginas 17-21

miércoles, 24 de junio de 2009

Jarchas de varios autores (tomadas de una compilación de José Prats Sariol)


Yehudá Ha-Leví

EN BOCA DE LA AMADA

No me toques, oh amigo mío,
quedaos quieto ahí.
La majestad es toda indulgencia,
baste el permiso.

Abraham Ben Ezra

EN BOCA DEL ALMA DEL POETA

Guarda ¿qué haré yo?
¿cómo viviré yo?
Espero a este amado.
Por él moriré yo.

Todros Abulafia

EN BOCA DE UNA CRISTIANA

¡Oh Aurora buena!
Cuídame de donde vienes;
ya sé que amas a otra*,
a mí no me quieres.

Anónimo

EN BOCA DEL POETA

¡Oh moreno, oh niñita de mis ojos!
¿Quién podrá tolerar la ausencia,
amigo mío?


Tomado de Poesía de amor española hasta el siglo XV
Volumen I
Compilación y notas de José Prats Sariol
LunArena Editorial, 2006
Págs. 15-18

Nota del autor del blog:
*En la edición de Prats Sariol aparece otro en lugar de otra. Hemos optado por esta última debido a que http://www.jarchas.net/jarcha17.htm así lo sugiere.

Knowlt Hoheimer & Lydia Puckett in Spoon River Anthology


Knowlt Hoheimer

I was the first fruits of the battle of Missionary Ridge.
When I felt the bullet enter my heart
I wished I had staid at home and gone to jail
For stealing the hogs of Curl Trenary,
Instead of running away and joining the army.
Rather a thousand times the country jail
Than to lie under this marble figure with wings,
And this granite pedestal
Bearing the words, "Pro Patria."
What do they mean, anyway?




Lydia Puckett

Knowlt Hoheimer ran away to the war
The day before Curl Trenary
Swore out a warrant through Justice Arnett
For stealing hogs.
But that’s not the reason he turned a soldier.
He caught me running with Lucius Atherton.
We quarreled and I told him never again
To cross my path.
Then he stole the hogs and went to the war—
Back of every soldier is a woman.


Edgar Lee Masters

martes, 23 de junio de 2009

El ensayista del siglo XX tiende a describir y enunciar problemas, no a resolverlos...


El ensayista del siglo XX tiende a describir y enunciar problemas, no a resolverlos. La solución se deja a los científicos, los sociólogos, economistas y políticos. En el siglo XX, muchos ensayistas han tratado de ser cronistas de sus sociedades más que redentores. En contraste, los ensayistas hispanoamericanos en el siglo XIX estuvieron más seguros de sí mismos al proponer programas de reforma. Sarmiento, Echeverría, Alberdi, Bello, Hostos, Lastarria, Montalvo, Martí y otros tuvieron que cumplir papeles dobles como líderes políticos y como ensayistas. González Prada (1844-1918) y Vasconcelos (1882-1959) llenaron el perfil de esos buscadores decimonónicos de la utopía mejor que la de sus contemporáneos en el siglo XX. No obstante, los ensayistas del siglo XX actúan también como estadistas, políticos, conferencistas, educadores, académicos, editores, directores de publicaciones y periodistas. Quieren producir un impacto en la sociedad, pero eluden hacer los diseños de las utopías en la era de los especialistas y los tecnócratas.


El ensayo hispanoamericano del siglo XX
John Skirius (compilador)
FCE. Tierra firme, 1981
Este centauro de los Géneros. Pág. 13

miércoles, 17 de junio de 2009

La fábula del pelotudo


En una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el pelotudo del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y recibiendo limosnas.

Diariamente, algunos hombres llamaban al pelotudo al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centavos y otra de menor tamaño, pero de 1 peso. Él siempre agarraba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.

Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:

- Lo sé, no soy tan pelotudo..., vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguito se acaba y me quedo sin monedas.

Moraleja 1: El que aparenta ser el pelotudo más grande, no lo es.

Moraleja 2: Siempre hay algún pelotudo dispuesto a pagar por alguna pelotudez.


Tomado de:


Si alguien conoce el nombre del autor de la fábula, favor de indicarlo.

martes, 16 de junio de 2009

Reacción de Paul Celan al enterarse de que los nazis también escribían poemas


[Celan]… en 1960 le escribía a Nelly Sachs: «¿Qué puedo decirle? Diariamente la humillación penetra en mi casa, diariamente, créame. ¿Qué no nos queda aún por pasar a los judíos? Y nosotros tenemos un niño, Nelly Sachs, ¡un hijo!». Celan aprovechaba para preguntarle a su amiga sobre la condición humana de los nazis: «Sabe, algunos de ellos escriben poemas. Esos hombres ¡escriben poemas! ¡Qué no escribirían, los falsarios!». La sola publicidad de que algunos de los nazis recientemente capturados escribían poesía le resultaba inconcebible a Celan: la poesía debía tener una base moral.




Paul Celan. Obras Completas
Editorial Trotta, 2007
Prólogo de Carlos Ortega, pág. 26

Esta noche es irremediable...; Osip Mandelstam


Esta noche es irremediable.
Pero en vuestra casa aún hay luz.
A las puertas de Jerusalem
salió un sol negro.

El sol amarillo es más terrible,
–duerme, mi niño, duerme–,
en un luminoso templo los judíos
dieron sepultura a mi madre.

Sin la bendición divina,
excluidos del sacerdocio,
en un luminoso templo los judíos
oficiaron una misa por la difunta.

y sobre mi madre resonaron
las voces de los hijos de Israel.
Me desperté en la cuna,
alumbrado por un sol negro.

domingo, 14 de junio de 2009

The role of existential judgments and propositions of value when considering the content of the Bible according to William James


In recent books of logic, distinction is made between two orders of inquiry concerning anything. First, what is the nature of it? how did it come about? what is its constitution, origin and history? And second, What is its importance, meaning, or significance, now that it is once here? The answer to the one question is given in an existential judgment or proposition. The answer to the other is a proposition of value, what the Germans call a Werthurtheil, or what we may, if we like, denominate a spiritual judgment. Neither judgment can be deduced immediately from the other. They proceed from diverse intellectual preoccupations, and the mind combines them only by making them first separately, and then adding them together.

In the matter of religions it is particularly easy to distinguish the two orders of question. Every religious phenomenon has its history and its derivation from natural antecedents. What nowadays is called the higher criticism of the Bible is only a study of the Bible from this existential point of view, neglected too much by the earlier church. Under just what biographic conditions did the sacred writers bring forth their various contributions to the holy volume? And what had they exactly in their several individual minds, when they delivered their utterance? These are manifestly questions of historical fact, and one does not see how the answer to them can decide offhand the still further question: of what else should such a volume, with its manner of coming into existence so defined, be to us as a guide to life and revelations? To answer this other question we must have already in our mind some sort of a general theory as to what the peculiarities in a thing should be which give it value for purposes of revelation; and this theory itself would be what I just called a spiritual judgment. Combining it with our existential judgment, we might indeed deduce another spiritual judgment as to the Bible’s worth. Thus if our theory of revelation-value were to affirm that any book, to possess it, must have been composed automatically or not by the free caprice of the writer, or that it must exhibit no scientific and history errors and express no local or personal passions, the Bible would probably fare ill at our hands. But if, on the other hand, our theory should allow that a book may well be a revelation in spite of errors and passions and deliberate human composition, if only it be a true record of the inner experiences of great-souled persons wrestling with the crises of their fate, then the verdict would be much more favorable. You see that the existential facts by themselves are insufficient for determining the value; and the best adepts of the higher criticism accordingly never confound the existential with the spiritual problem. With the same conclusions of fact before them, some take one view, and some other, of the Bible’s value as a revelation, according as their spiritual judgment as the foundation of value differs.

The Varieties of Religious Experience by William James
Lecture 1. Religion and Neurology
Pages 6-8
2002 Modern Library Paperback Edition

Huye de lo grandioso...



Huye de lo grandioso si no quieres morir aplastado por
__un merengue.


-Vicente Huidobro


Según Introducción de Altazor/Temblor de cielo
Edición de René Acosta
Pág. 17
Cátedra, 13a. edición

viernes, 12 de junio de 2009

Nightmare in Yellow; Fredric Brown


He awoke when the alarm clock rang, but lay in bed a while after he’d shut it off, going a final time over the plans he’d made for embezzlement that day and for murder that evening.

Every little detail had been worked out, but this was the final check. Tonight at forty-six minutes after eight he’d be free, in every way. He’d picked that moment because this was his fortieth birthday and that was the exact time of day, of the evening rather, when he had been born. His mother had been a bug on astrology, which was why the moment of this birth had been impressed on him so exactly. He wasn’t superstitious himself, but it had struck his sense of humour to have his new life begin at forty, to the minute.

Time was running out on him, in any case. As a lawyer who specialized in handling estates, a lot of money passed through his hands – and some of it had passed into them. A year ago he’d “borrowed” five thousand dollars to put into something that looked like a sure-fire way to double or triple the money, but he’d lost it instead. Then he “borrowed” more to gamble with, in one way or another, to try to recoup the first loss. Now he was behind to the tune of over thirty thousand; the shortage couldn’t be hidden more than another few months and there wasn’t a hope that he could replace the missing money by that time. So he had been raising all the cash he could without arousing suspicion, by carefully liquidating assets, and by this afternoon he’d have running away money to the tune of well over a hundred thousand dollars, enough to last him the rest of his life.

And they’d never catch him. He’d planned every detail of his trip, his destination, his new identity, and it was fool proof. He’d been working on it for months.

His decision to kill his wife had been relatively an after thought. The motive was simple: he hated her. But it was only after he’d come to the decision that he’d never go to jail, that he’d kill himself if he was ever apprehended, that it came to him that – since he’d die anyway if caught – he had nothing to lose in leaving a dead wife behind him instead of a living one.

He’d hardly been able to keep from laughing at the appropriateness of the birthday present she’d given him (yesterday, a day ahead of time); it had been a new suitcase. She’d also talked him into celebrating his birthday by letting her meet him downtown for dinner at seven. Little did she guess how the celebration would go after that. He planned to have her home by eight forty-six and satisfy his sense of the fitness of things by making himself a widower at that exact moment. There was a practical advantage, too, in leaving her dead. If he left her alive, but asleep, she’d guess what had happened and call the police when she found him gone in the morning. If he left her dead, her body would not be found that soon, possibly not for two or three days, and he’d have a much better start.

Things went smoothly at his office; by the time he went to meet his wife everything was ready. But she dawdled over drinks and dinner and he began to worry whether he could get her home by eight forty-six. It was ridiculous, he knew, but it had become important that his moment of freedom should come then and not a minute earlier or a minute later. He watched his watch.

He would have missed it by half a minute if he’d waited ‘till they were inside the house. But the dark of the porch of their house was perfectly safe, as safe as inside. He swung the crowbar viciously once, as she stood at the front door, waiting for him to open it. He caught her before she fell and managed to hold her upright with one arm while he got the door open and then got it closed from the inside.

Then he flicked the switch and yellow light leaped to fill the room, and, before they could see that his wife was dead and that he was holding her up, all the assembled birthday party guests shouted “Surprise!”

La lechuza, una balada de Bin dentro del Shijin


¡Lechuza, lechuza!
te has llevado a mis crías
no destruyas ahora mi casa
diligente y solícito con ellas
les di alimento y cuidado.

Antes de que el cielo se cubriera
de negros nubarrones
recogí ramas de morera y barro
para arreglar la puerta y las ventanas
temía que hoy tus gentes
osaran ultrajarme.

Mis manos están agarrotadas
fui yo quien limpió los carrizos
yo quien amontonó la paja
mi boca ha quedado rota y dolorida,
todavía
no tenía hogar.

Mis plumas quebradas
desplumada mi cola
mi casa en alto y peligroso lugar
se bambolea por el viento y por la lluvia
no hago más que piar asustado.


De: Antología de poesía china
Biblioteca Universal Gredos
Editorial Gredos, 2003
Página 43-44
Traducción de Juan Ignacio Preciado Idoeta

jueves, 11 de junio de 2009

Esencia real, II; Juan Bañuelos

No vivió la rosa más allá de su aroma.
Ni existió el pájaro más acá de su canto.
Jamás fue el agua dueña de su forma
ni existieron lágrimas fuera de su llanto.
Todo tiene su asidero
Esperanzadamente me sostengo
en el aire, en la tierra, en el agua
y en el fuego.



Tomado de: Tigre la sed
Antología de poesía mexicana contemporánea
1950-2005

Recopilación de Víctor Manuel Mendiola,
Miguel Ángel Zapata y Miguel Gomes
Primera edición
poesía Hiperión

Nota aclaratoria del autor del blog:

Esta antología está plagada de errores tipográficos, por lo que en algunos casos me veré tentado a realizar correciones de defectos que a mi parecer son evidentes, aunque habrá aspectos que dejaré sin corregir por no saber si era la intención del poeta que realmente su obra apareciera en ese formato o definitivamente se trataba de un error.

Un ejemplo de lo anterior en el presente poema es que en el verso tres la palabra que aparece en la antología es sueña, que corrijo por dueña. Algo que también parece defecto pero que dejé sin corregir es el inicio con mayúscula del sexto verso pese a que el anterior no concluye con punto.

Lo leíste primero en Caballo de Letras



Estimado lector:

Caballo de Letras trae para ti esta nueva etiqueta dentro del blog.

Cuando veas que una entrada la ostenta quiere decir que a la fecha en que ésta fue publicada no existía aún ningúna otra página web en que el contenido de la misma hubiera aparecido, por lo que podemos decir que lo leíste primero en Caballo de Letras, por lo menos en Internet.

Esta etiqueta será aplicada a todas las entradas que lo ameriten aun si son anteriores a la fecha en que esta etiqueta se comenzó a utilizar.

Para efectos prácticos la etiqueta será colocada únicamente a entradas que contengan algún texto distinto a los producidos por el autor del blog.

Espero que sigas disfrutando este espacio.

-Alan

Mala fama para las mujeres de los filósofos


El siguiente es un fragmento del Fedón, en el que este personaje narra a Equidmo lo que aconteció en el último día de Sócrates. Más que el contenido del diálogo, lo que llama la atención aquí es la nota que el traductor hace al respecto:



Así que nos dimos aviso unos a otros de acudir lo antes posible al lugar acostumbrado. Y llegamos y, saliéndonos al encuentro el portero que solía atendernos, nos dijo que esperáramos y no nos presentásemos antes de que el nos lo indicara.

Es que los Once —dijo— desatan (de los grilletes) a Sócrates y le comunican que hoy morirá.

En fin, no tardó mucho rato en volver y nos invitó a entrar. Al entrar, en efecto, encontramos a Sócrates recién desencadenado, y a Jantipa —que ya conoces— que llevaba en brazos a su hijito y estaba sentada a su lado. Conque, en cuanto nos vio Jantipa, se puso a gritar, como acostumbran a hacer las mujeres:

—¡Ay, Sócrates, por última vez te hablarán tus amigos y tú a ellos!

Al punto Sócrates, dirigiendo una mirada a Critón le dijo:

—Critón, que alguien se la lleve a casa.*
____
*Jantipa ha pasado, posteriormente, a Platón, como prototipo de mujer del filósofo, pendenciera y gruñona. Ya JENOFONTE, en Mem. II 2, 7 dice que «nadie podía soportar su mal carácter», y la literatura satírica ha acentuado el tipo. Aquí Sócrates manda alejarla para que con sus llantos no desentone y perturbe una charla filosófica entre amigos, que se quiere serena y sin patetismos.

Fedón 59e-60a, Platón
Traducción y notas de C. García Gual

Un poema de Paul Celan que parece evocar la trágica muerte de su madre


ÁLAMO TEMBLÓN, tu follaje es blanco en lo oscuro.
El cabello de mi madre nunca llegó a ser blanco.

Diente de león, tan verde es la Ucrania.
Mi rubia madre nunca volvió a casa.

Nube de lluvia, ¿te demoras en los pozos?
Mi dulce madre llora por todos.

Estrella redonda, tú enroscas la cola dorada.
El corazón de mi madre fue herido con plomo.

Puerta de roble, ¿quién te sacó de los goznes?
Mi tierna madre no puede venir.



De Amapola y memoria, 1952
Traducción de José Luis Reina Palazón

domingo, 7 de junio de 2009

Salmo 43



1 Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa;
Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo.

2 Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has
__desechado?
¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?

3 Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán;
Me conducirán a tu santo monte,
Y a tus moradas.

4 Entraré al altar de Dios,
Al Dios de mi alegría y de mi gozo;
Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.

5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.

RVR 1960