Powered By Blogger

lunes, 29 de septiembre de 2008

Variaciones sobre el Gattamelata, IV; Hugo Hiriart



Variaciones sobre el Gattamelata es un texto de Hiriart construido alrededor del tema de las esculturas escuestres. Se muestra aquí la quinta variación de este ensayo, en el que Hiriart nos habla de reglas que conforman la ortodoxia en la elaboración de este tipo de esculturas y después de cada una de ellas se presenta el ingenio que existe para romperlas...

_________________________________________


IV


Reglas y heterodoxias


1. La estatua ecuestre más pequeña ha de ser cuando menos de tamaño natural.


-¿Qué traes en ese bolso?


-La estatua ecuestre del general Brumo Calominos, de feliz memoria.


Este diálogo es, por supuesto, inaudito, pero no por este hecho hemos de desatender enteramente la cuestión de los tamaños. Las estatuas de talla mediana en las que el caballo tiene, digamos, un metro de alzada, son tan patéticas como la sonrisa de una muchacha abandonada por su amante. Las pequeñísimas engarzadas en los anillos, tienen su encanto (sobre todo si la sortija es mágica o guarda veneno). Aquellas estatuas que se usan en calidad de saleros, pueden ser primorosas, todo depende del orfebre. Las enormes como edificios de ocho a diez pisos arrastran la deficiencia de no poder ser apreciadas debidamente, pero esta adversidad de nacimiento se ve compensada por el esfuerzo del artista y, sobre todo, por la mucha industria de los maestros fundidores.


2. La estatua ecuestre ha de ser hecha para verse desde abajo.


No siempre. El gran escultor florentino Esteban Globo, llamado el Caramelo, fabricó un monumento ecuestre, luego cavó una especie de pozo y allí situó la estatua de forma que sólo pudiera apreciarse desde arriba. La obra se ha perdido (en alguna parte está enterrada; actividad interesante ha de ser darle sepultura a una estatua ecuestre), pero, dicen que los que tuvieron el privilegio de admirarla que los dragones labrados en el yelmo eran primorosos.


3. Ha de ser de bronce.


¿Y por qué no de plástico o de goma inflable y desinflable? Entre otras cosas facilitaría la transportación y nos proporcionaría la satisfacción lateral de poder asistir al momento en que va naciendo, creciendo, cobrando forma, y a otro en que se achica, envejece y llega a ser de bolsillo. ¿O por qué no hacerla de madera policroma como esas refinadas esculturas de Marino Marini? A mí me gustaría el jinete pintado de azul Prusia, y el caballo, verde limón. Por otra parte, podrían usarse materiales que permitieran disfrazar al solemne jinete: unos días se vestiría al rey de pingüino, otros, por ejemplo, de payaso. Se perdería, tal vez, en ejemplaridad patriótica, pero se ganaría en regocijo.


4. El caballo ha de estar representado en marcha, no quieto, y una de sus manos estará levantada.



No todos estamos de acuerdo en este punto. ¿Son muy raros los monumentos en los que el prócer va montado en un cerdo, un oso o un elefante? Una de las obras maestras de la cultura china representa un camello sobre el que viaja una orquesta de tres músicos. Inspirados en este trabajo, y con ánimo de ahorrar en gastos, algunos artistas han emprendido la realización de monumentos de significado múltiple, es decir aquellos en los que tres o más militares, a menudo rivales en su momento histórico, cabalgaban muy serios y marciales en un solo caballo. En cuanto a la posición de las patas del animal, tampoco hay unanimidad: ¿quién no ha visto algún monumento en que el caballo alza briosamente las dos manos mientras el general, con la espada desenvainada, espera resignado el sosiego de su animal? Pero no todos los artistas han podido llegar a la audacia y el refinamiento del florentino Globo que –en Padua tenía que ser– fabricó el monumento a un condottiere tardío en el que el caballo se sustenta sobre una sola pata. Ahora bien, ¿por qué el animal quieto ha de restarle grandiosidad a la obra? Sería interesante desde más de un punto de vista una estatua en la que tanto el guerrero como el caballo estuvieran dormidos. O alguna en la que el jinete no figurase montado, sino, por ejemplo, sentado en una piedra, cavilando, y a su lado el caballo apacentara tranquilamente; este monumento tendría un cierto tono de intimidad que no es frecuentemente en estos trabajos. A mí me gustaría, y eso ya es cosa de cada quien, contemplar una estatua ecuestre en la que caballo y jinete estuvieran encaramados en ese árbol elegante llamado baobab; tarea que tal vez no se halla llevado adelante por la mucha dificultad que representa el modelado y la fundición del árbol. Por último, tampoco han faltado las estatuas con caballo alados, con pegasos. Están reservadas, desde luego, a héroes de vanidad desenfrenada y, por eso, como castigo habría que representarlos aferrados con toda el alma al ambiguo corcel, y con el rostro abrumado por los vértigos y pavores de Ícaro.



Variaciones sobre el Gattamelata, IV
Disertación sobre las telarañas

Hugo Iriart

_________________________________________


La última de las reglas y heterodoxias me trajo a la mente el recuerdo de una escultura que se encuentra en el Louvre: un enano deforme o gnomo que monta un caracol, definitivamente algo muy alejado de la típica escultura ecuestre y que, sin embargo, no deja de parecerse a ellas.




domingo, 28 de septiembre de 2008

Las tres palabras más extrañas; Wisława Szymborska

Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no existencia.

Traducción de Abel A. Murcia Soriano

Los sonetos a Orfeo. Primera parte, soneto IX; R. M. Rilke

Sólo el que cuando estaba entre las sombras
también alzó la lira
puede intuitivamente celebrar
la alabanza infinita.

Sólo el que adormidera de los muertos
con ellos ha comido,
ése no volverá a perder jamás
el más leve sonido.

Aunque se dezvanezca en el estanque
a menudo el reflejo:
tú, conoce la imagen.

Sólo tras la llegada al reino doble
se v0lverán eternas
y apacibles las voces.

Traducción de Jesús Munárriz
poesía Hiperión

Dos tipos de muerte en El peregrino querúbico

La muerte oculta

La muerte es cosa santa. Cuanto más poderosa es,
Tanto más espléndida es la experiencia de vida.

El peregrino querúbico I, 26

La muerte eterna

La muerte, de la cual no florece nueva vida,
Es, de entre todas las muertes, la que evita mi alma.

Ibid. I, 29

A Bao A Qu; J.L. Borges con Margarita Guerrero

Para contemplar el paisaje más maravilloso del mundo, hay que llegar al último piso de la Torre de Victoria, en Chitor. Hay ahí una terraza circular que permite dominar todo el horizonte. Una escalera de caracol lleva a la terraza, pero sólo se atreven a subir los no creyentes de la fábula, que dice así:

En la escalera de la Torre de la Victoria, habita desde el principio del tiempo el A Bao A Qu, sensible a los valores de las almas humanas. Vive en estado letárgico, en el primer escalón, y sólo goza de vida consciente cuando alguien sube la escalera. La vibración de la persona que se acerca le infunde vida, y una luz interior se insinúa en él. Al mismo tiempo, su cuerpo y su piel casi traslúcida empiezan a moverse. Cuando alguien asciende la escalera, El A Bao A Qu se coloca en los talones del visitante y sube prendiéndose del borde de los escalones curvos y gastados por los pies de generaciones de peregrinos. En cada escalón se intensifica su color, su forma se perfecciona y la luz que irradia es cada vez más brillante. Testimonio de su sensibilidad es el hecho de que sólo logra su forma perfecta en el último escalón, cuando el que sube es un ser evolucionado espiritualmente. De no ser así el A Bao A Qu queda como paralizado antes de llegar, su cuerpo incompleto, su color indefinido y la luz vacilante. El A Bao A Qu sufre cuando no puede formarse totalmente y su queja es un rumor apenas perceptible, semejante al roce de una seda. Pero cuando el hombre o la mujer que lo reviven están llenos de pureza, el A Bao A Qu puede llegar al último escalón, ya completamente formado e irradiando una viva luz azul. Su vuelta a la vida es muy breve, pues al bajar el peregrino, el A Bao A Qu rueda y cae hasta el escalón inicial, donde ya apagado y semejante a una lámina de contornos vagos, espera al próximo visitante. Sólo es posible verlo bien cuando llega a la mitad de la escalera, donde la prolongaciones de su cuerpo, que a manera de bracitos lo ayudan a subir, se definen con claridad. Hay quien dice que mira con todo el cuerpo y que el tacto recuerda a la piel del durazno. En el curso de los siglos el A Bao A Qu ha llegado una sola vez a la perfección.

El capitán Burton registra la leyenda del A Bao A Qu en una de las notas de su versión de las Mil y Una Noches.

De: El libro de los seres imaginarios
_______________________________

Esta es una descripción de un ser imaginario muy original. Antes de leer acerca del A Bao A Qu no había escuchado de ningún ser parecido... digo, entre las diversas criaturas fantásticas: quiméricas, que escupen fuego, mágicas, que mueren y renacen, monstruosas, angelicales... no hay mucho que se le parezca a un ser que vive únicamente en la escalera de un edificio y que su formación y desarrollo de vida depende del espíritu de la persona que transita por ella. También me pregunto qué habría pensado Aristóteles al oir la descripción de este ser: ¿ilustraría, haría más confuso o sería irrelevante lo que puediera pensar del A Bao A Qu para exponer los conceptos de ser en acto y ser en potencia?

sábado, 27 de septiembre de 2008

Robaiyyat nº 8 y 10 (edición de Sadeq Hedayat); Omar Jayyam

8

El mar de la existencia emergió de lo oculto,
no hay sondeo que horade esta piedra preciosa;
los que explicaron algo, lo hicieron por quimera,
qué sea, en realidad, nadie puede decirlo.

10

Al periodo en el cual llegamos y partimos
ni se le ve el comienzo ni el fin se le vislumbra;
y no hay nadie que pueda decirnos de verdad
de dónde procedemos ni a dónde partiremos.

Edición de Sadeq Hedayat
Versión española de Zara Behnam y Jesús Munárriz
poesía Hiperión
_______________________________

Triste de nuevo, triste...

Cuando el ser humano intenta explicarse de dónde vino y hacia dónde va tropieza siempre con su condición de ser limitado en cuanto a conocimiento, de modo que ninguno de nosotros es capaz de afirmar que puede conocerlo todo.

Si nos damos cuenta de nuestra condición vemos que no es sabio afirmar que conocemos la respuesta a esas dos preguntas por nosotros mismos, incluso si nuestra respuesta es: el vacío o la nada, pues eso equivale a decir que sabemos algo.

El ser humano debería ser capaz de darse cuenta de que no puede hacer nada más que dudar y cuestionar, y eso es todo, pues la respuesta nos trasciende, al menos en capacidades para obtenerla...

Si alguien apela a su humanidad para respoder no creo que podamos considerar seriamente lo que dice, pero si hace referencia a algo que trasciende lo humano, tendríamos que reconsiderar y escuchar lo que nos dice antes de simplemente deshechar su enseñanza.

Alan

La parodia y el original de "You are Old, Father William"

En el capítulo 5 de Alice's Adventures in Wonderland, leemos:

“Repeat,You are old, Father William,’ ” said the Caterpillar.
Alice folded her hands, and began:

“You are old, Father William,” the young man said,
“And your hair has become very white;
And yet you incessantly stand on your head—
Do you think, at your age, it is right?”

“In my youth,” Father William replied to his son,
"I feared it might injure the brain;
But, now that I’m perfectly sure I have none,
Why, I do it again and again.”

“You are old,” said the youth, “as I mentioned before,
And have grown most uncommonly fat;
Yet you turned a back-somersault in at the door—
Pray, what is the reason of that?”

“In my youth,” said the sage, as he shook his grey locks,
“I kept all my limbs very supple
By the use of this ointment—one shilling the box—
Allow me to sell you a couple?”

"You are old,” said the youth, “and your jaws are too weak
For anything tougher than suet;
Yet you finished the goose, with the bones and the beak—
Pray, how did you manage to do it?"

“In my youth,” said his father, “I took to the law,
And argued each case with my wife;
And the muscular strength, which it gave to my jaw
Has lasted the rest of my life.”

“You are old,” said the youth, “one would hardly suppose
That your eye was as steady as ever;
Yet you balanced an eel on the end of your nose—
What made you so awfully clever?”

“I have answered three questions, and that is enough,"
Said his father, “Don’t give yourself airs!
Do you think I can listen all day to such stuff?
Be off, or I’ll kick you down-stairs!”

“That is not said right,” said the Caterpillar.
“Not quite right, I’m afraid,” said Alice, timidly: “some of the words have got altered.”

Efectivamente, la letra está alterada, pues Carroll parodió este poema de Robert Southey, titulado The Old Man's Comforts and How He Gained Them:

"You are old, father William," the young man cried,
"The few locks which are left you are grey;
You are hale, father William, a hearty old man;
Now tell me the reason, I pray."

"In the days of my youth," father William replied,
"I remember'd that youth would fly fast,
And abus'd not my health and my vigour at first,
That I never might need them at last."

"You are old, father William," the young man cried,
"And pleasures with youth pass away.
And yet you lament not the days that are gone;
Now tell me the reason, I pray."

"In the days of my youth," father William replied,
"I rememberd that youth could not last;
I thought of the future, whatever I did,
That I never might grieve for the past."

"You are old, father William," the young man cried,
"And life must be hast'ning away;
You are cheerful and love to converse upon death;
Now tell me the reason, I pray."

"I am cheerful, young man," father William replied,
"Let the cause thy attention engage;
In the days of my youth I remember'd my God!
And He hath not forgotten my age."

La parodia terminó voviéndose más famosa que el original.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Blues del amo; Antonio Gamoneda

Va a hacer diecinueve años
que trabajo para un amo.
Hace diecinueve años que me da la comida
y todavía no he visto su rostro.

No he visto al amo en diecinueve años
pero todos los días yo me miro a mí mismo
y voy sabiendo poco a poco
cómo es el rostro de mi amo.

Va a hacer diecinueve años
que salgo de mi casa y hace frío
y luego entro en la suya y me pone una luz
amarilla encima de la cabeza...

Y todo el día escribo dieciséis
y mil y dos y ya no puedo más.
Y luego salgo al aire y es de noche
y vuelvo a casa y no puedo vivir.

Cuando vea a mi amo le preguntaré
lo que son mil y dieciséis
y por qué me pone una luz encima de la cabeza.

Cuando esté un día delante de mi amo,
veré su rostro, miraré en su rostro
hasta borrarlo de él y de mí mismo.

martes, 23 de septiembre de 2008

"El soborno", de J. L. Borges, y la búsqueda de la tolerancia y la imparcialidad

Este cuento se encuentra en El libro de Arena. Se puede leer en el siguiente sitio:

Borges parece atrevido cuando dice que entiende que el cuento no pudo haber ocurrido en otro lugar sino en el que él narra, pero después de pensarlo un poco creo estar de acuerdo con el escritor.

Últimamente las palabras tolerancia e imparcialidad están de moda, se consideran valores que deben prevalecer por encima de todas las cosas para que los miembros de una sociedad sean considerados civilizados, educados, plenamente humanos en pocas palabras. Es bueno apelar a estos valores, pero creo que esto se debe hacer con plena sinceridad y con las motivaciones correctas, pues las palabras intolerancia e imparcialidad pueden servir para esconder detrás de ellas precisamente actitudes que no son tolerantes ni imparciales (como se ve en el cuento) o que pueden ir en perjuicio de otros valores e ideales humanos.

La palabra tolerancia si se emplea indiscriminadamente puede ser utilizada para justificar casi cualquier cosa. De hecho, creo que debería existir una discriminación al querer ser tolerantes, pues de no hacerlo seríamos permisivos con todo, y ¿qué ocurriría con la moral y la ética, por ejemplo? No creo que sea sensato tolerarlo todo. La tolerancia debe subordinarse a algo más, no creo que pueda ser el valor que rija a una sociedad por encima de los otros, aunque es claro que se le necesita.

Por otro lado está la imparcialidad, que parece ser apreciada universalmente cuando se habla de emitir juicios. El problema que enfrenta en la actualidad este valor no es tanto el decidir si se le admite o no como algo a seguir por encima de otros valores o ideas, sino más bien el que las personas estén realmente comprometidas con la imparcialidad o simplemente se conformen con dar la apariencia de que este valor se sigue. Es más fácil hablar de tolerancia que de imparcialidad cuando nuestros propios actos o ideas son los que se juzgan.

La sociedad estadounidense, por ejemplo, presume de ser una de las más libres, tolerantes e imparciales que existen en el planeta. De ahí que sientan derecho, por ejemplo, a intervenir en los asuntos de otras naciones, pero también estaría bien que ellos mismos reflexionaran acerca de la jerarquización de sus valores y que analicen si realmente buscan seguir el espíritu de los mismos o si sólo se conforman con su apariencia, si se sienten satisfechos únicamente con la imagen de buscar seguir esos valores.

A algunos les gusta la poesía; Wisława Szymborska

A algunos,
es decir, no a todos.
Ni siquiera a los más, sino a los menos.
Sin contar las escuelas, donde es obligatoria,
y a los mismos poetas,
serán dos de cada mil personas.

Les gusta,
como también les gusta la sopa de fideos,
como les gustan los cumplidos y el color azul,
como les gusta la vieja bufanda,
como les gusta salirse con la suya,
como les gusta acariciar al perro.

La poesía,
pero qué es la poesía.
Más de una insegura respuesta
se ha habido a esta pregunta.
Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro
como a un oportuno pasamanos.

Traducción de Gerardo Beltrán, David a. Carrión Sánchez y Abel A. Murcia Soriano

domingo, 21 de septiembre de 2008

Un día... (Poemas sintéticos); José Juan Tablada


Este libro de José Juan Tablada es una pequeña joya. Gran parte de la belleza de sus poemas estriba en su sencillez, apegándose a la estética oriental del haiku: brevedad y la naturaleza como motivo, pero también en una frescura lúdica.

En la mayoría de las ediciones los poemas son acompañados por dibujos, lo que viene muy bien al contenido y la sencillez del libro.

Yo poseo la edición de Hiperión que contiene éste y otros dos de sus más importantes libros. Las ilustraciones vienen también en los poemas de Un día... (Poemas sintéticos), en blanco y negro.

Encontré esta página web donde el libro viene completo y ¡con las ilustraciones a color!:

http://www.terebess.hu/english/haiku/undia.html

jueves, 18 de septiembre de 2008

La diferencia entre temor y respeto en el Eutifrón

SÓCRATES. -- [...] No es nada difícil de comprender lo que digo. Pues digo lo contrario de lo que dijo el poeta en los versos:

De Zeus el que hizo y engendró todo esto no te atreves a hablar; pues donde está el temor, allí está también el respeto.

Yo no estoy de acuerdo con el poeta. ¿Te digo en qué?

EUTIFRÓN. -- Sin duda.

SÓC. -- No me parece a mí que «donde está el temor, allí está también el respeto». Me parece que muchos que temen las enfermedades, la pobreza y otros muchos males los temen ciertamente, pero que en nada respetan lo que temen. ¿No te lo parece también a ti?

EUT. -- Sí, ciertamente.

SÓC. -- En cambio, donde hay respeto, hay también temor. ¿Hay alguien que respete una cosa y que sienta vergüenza ante ella, y que, al mismo tiempo no esté amedrentado y tema una reputación de maldad?

EUT. -- La teme ciertamente.

SÓC. -- Luego no es adecuado decir: «pues donde está el temor, allí está también el respeto», sino donde está el respeto, allí está también el temor. En efecto, donde está el temor no todo es respeto, pues cubre más campo, creo, el temor que el respeto, porque el respeto es una parte del temor, como el impar es una parte del número, de modo que no donde hay número, hay también impar, sino que donde hay impar, hay también número. ¿Me sigues ahora?

EUT. -- Perfectamente.


Perlas Negras - XII; Amado Nervo

Álbum de Josefina Tornel

Sol espledente de primavera,
a cuyo beso, fresca y lozana,
la flor se yergue, la mariposa
viola el capullo, la yema estalla;
sol espledente de primavera:
¡yo te aborrezco! porque desgarras
las brumas leves, que me circundan
como rizado crespón de plata.

A mí me gustan las tardes grises,
las melancólicas, las heladas,
en que las rosas tiemblan de frío,
en que los cierzos gimiendo pasan,
en que las aves, entre las hojas,
el pico esconden bajo del ala.

A mí me gustan esas penumbras
indefinibles de la enramada,
a cuyo amparo corren las fuentes,
surgen los gnomos, las hojas charlan...
Sol espledente de primavera,
cede tu gloria, declina, pasa:
deja las brumas que me rodean
como rizado crespón de plata.

Bellas mujeres de ardientes ojos,
de vivos labios, de tez rosada,
¡os aborrezco! Vuestros encantos
ni me seducen ni me arrebatan.

A mí me gustan las niñas tristes,
a mí me gustan las niñas pálidas,
las de apacibles ojos obscuros
donde perenne misterio irradia;
las de miradas que me acarician
bajo el alero de las pestañas...

Más que las rosas, amo los lirios
y las gardenias inmaculadas;
más que claveles de sangre y fuego,
la sensitiva mi vista encanta...

Bellas mujeres de ardientes ojos,
de vivos labios, de tez rosada:
pasad en ronda vertiginosa;
vuestros encantos no me arrebatan...

*

Himnos vibrantes de las victorias,
notas triunfales, bélicas marchas,
¡os aborrezco! porque, al oíros,
trémulas huyen mis musas blancas.

A mí me gustan las notas leves...
las notas leves... las notas lánguidas,
las que parecen suspiros hondos...
suspiros hondos de almas que pasan...

Chopin: deliro por tus nocturnos;
Beethoven: sueño con tus sonatas:
Weber: adoro tu Pensamiento
Schubert: me arroba tu Serenata.

¡Oh! Cuántas veces, bajo el imperio
de vuestra música apasionada,
Ella me dice: ¿Me quieres mucho?
y yo respondo: ¡Con toda el alma!

Himnos vibrantes de las victorias,
notas triunfales, bélicas marchas:
¡chit! porque huyen al escucharos,
trémulas todas, mis musas blancas...

Sol espledente de primavera,
lindas mujeres de faz rosada,
himnos triunfales...; ¡dejadme a solas
con mis ensueños y mis nostalgias!

Pálidas brumas que me rodean
como rizado crespón de plata,
vagas penumbras, niñas enfermas
de ojos obscuros y tez de nácar,
notas dolientes: ¡venid, que os amo!
¡Venid, que os amo! ¡Tended las alas!

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Las vocales malditas; Óscar de la Borbolla


Un libro muy peculiar. Consta de tan sólo cinco cuentos pero lo que lo hace interesante es que en cada uno de ellos el autor se permitió el uso de una sola de las vocales. Así, hay un cuento donde solo hay palabras formadas por consonantes y la letra A, otro donde solo aparece la E, y así sucesivamente.


Este artificio en la escritura se llama lipograma (omisión de determinadas letras del alfabeto en la elaboración de un texto). Ha habido novelas en las que a propósito se omite la utilización de determinada letra, pero el reto que Óscar de la Borbolla se impuso fue mayor.


Por lo general cuando alguien escribe un lipograma utilizando una sola vocal (sobre todo en talleres de creación literaria) surgen frases como:


Mañana la rana saltará la barda…

El Peje es el jefe del DF…


… y similares, pero de ahí a que se pueda continuar así hasta elaborar un cuento propiamente dicho (porque cada una de las piezas que integran el libro lo es en toda la extensión de la palabra y del rigor literario) es algo muy distinto.


Algunos se quejan de que el cuento escrito con la U como única vocal no sigue la misma técnica que se aprecia en los otros cuatro, pero si nos detuviéramos a pensar un rato llegaríamos a la conclusión de que hubiera sido muy difícil, si no es que imposible, construir un buen cuento con la misma técnica utilizada en las otras partes del libro.


El hecho de que cada uno de los cuentos tenga un mensaje más o menos subversivo hace pensar que esa sea la razón para que el libro fuera llamado Las vocales malditas.


Al parecer, cada uno de los cinco cuentos se encuentra ya en varias páginas web. Había pensado en colocar un vínculo a cada una de ellas pero me he arrepentido debido a la pésima transcripción y ortografía. Por lo menos, los dejo con una liga a Los locos somos otro cosmos.


De todos modos es más recomendable conseguir este baratísimo libro que leer cada cuento en Internet. ¡Alguien hágale justicia a de la Borbolla al momento de transcribir sus cuentos!


martes, 16 de septiembre de 2008

Acerca de la mística y de la motivación de la búsqueda de lo divino

¡Fuera de aquí, serafines, no podéis apagar mi sed!
¡Fuera de aquí, ángeles todos y todo lo que brilla en vosotros!
No quiero nade de vosotros. Sólo quiero lanzarme
Al mar de la divinidad nuda.

El peregrino querúbico I, 3

Lo que el autor quiere decir es que prefiere la divinidad sobre cualquier otra cosa. Sin embargo, estos versos de Silesius me infunden algo de temor. En mi presente estado no me atrevería a proferir palabras que consideraran innecesarias a ninguna clase de ángeles, pues a través de ellos podría ser una manera en que la divinidad deseara interactuar sobre mí. Por supuesto que nos encontramos ante un místico, y en la mística se supone que no podemos confiar demasiado en el lenguaje al ser éste considerado como algo que la experiencia mística desborda, pero aun así tengo mis reservas…

En otra parte de esta misma obra Silesius dice:

Si yo fuera un serafín, gustosamente querría ser
El gusano más despreciable para complacer al Altísimo.

El peregrino querúbico I, 59

En todo caso, del pensamiento de ambos fragmentos se podría desprender lo siguiente:

Si el Altísimo me lo pidiera, estaría dispuesto a obedecer
Al ángel o al gusano, no hay distingo
Con tal de complacerle.

Lo que quiero decir es que antes del deseo de un místico de conocer a Dios lanzándose a Él a través de su propio método o camino debería detenerse a pensar cuál es el modo en que Dios quiere que le busque. Desde luego, en el caso del Peregrino Querúbico se supone que Silesius debe partir del hecho de que Dios quiere que él le alcance a través de la mística si se quiere dar crédito a lo que el libro dice.

Creo que la mística misma puede convertirse en un ídolo si el ser humano antepone su propio deseo de ansiar la unión más íntima con la divinidad a la divinidad. La mística es un método y como tal, no debería ser un fin.

El amor hacia Dios no debe anteponerse a Dios mismo. De acuerdo al cristianismo, si ese amor se convierte en un ídolo es porque la motivación era incorrecta y por lo tanto, no podríamos llamar amor puro a esa motivación, sino que sería algo corrupto o enfermizo. El perfecto amor nunca podría dar como fruto error o idolatría.

Es muy distinto decir ¡no necesito nada ni a nadie más que a Dios! si esto se hace con motivaciones egoístas o arrogantes a si se hace a la luz del entendimiento y de la plena revelación de la naturaleza divina.

Alan

miércoles, 10 de septiembre de 2008

De locos en Wonderland y humanos depravados: Lewis Carroll y una interpretación de Calvino por C. S. Lewis

Contexto: Alicia acaba de salir de la casa de la duquesa y se topa con el gato que siempre sonríe de oreja a oreja posado sobre la rama de un árbol…


The Cat only grinned when it saw Alice. It looked good-natured, she thought: still it had very long claws and a great many teeth, so she felt that it ought to be treated with respect.


"Cheshire-Puss," she began, rather timidly, as she did not at all know whether it would like the name: however, it only grinned a little wider. "Come, it's pleased so far," thought Alice, and she went on. "Would you tell me, please, which way I ought to go from here?"


"That depends a good deal on where you want to get to," said the Cat.


"I don't much care where---" said Alice.


"Then it doesn't matter which way you go," said the Cat.


"---so long as I get somewhere," Alice added as an explanation.


"Oh, you're sure to do that," said the Cat, "if you only walk long enough."


Alice felt that this could not be denied, so she tried another question. "What sort of people live around here?"


"In that direction," the Cat said, waving its paw round, "lives a Hatter: and in that direction," waving the other paw, "lives a March Hare. Visit either you like: they're both mad."


"But I don't want to go among mad people," Alice remarked.


"Oh, you can't help that," said the Cat: "we're all mad here. I'm mad. You're mad."


"How do you know I'm mad?" said Alice.


"You must be," said the Cat, "or you wouldn't have come here."


Alice didn't think that proved it at all: however, she went on: "And how do you know that you're mad?"


"To begin with," said the Cat, "a dog's not mad. You grant that?"


"I suppose so," said Alice.


"Well, then," the Cat went on, "you see a dog growls when it's angry, and wags its tail when it's pleased. Now I growl when I'm pleased, and wag my tail when I'm angry. Therefore I'm mad."


"I call it purring, not growling," said Alice.


"Call it what you like," said the Cat. "Do you play croquet with the Queen today?"


"I should like it very much," said Alice, "but I haven't been invited yet."


"You'll see me there," said the Cat, and vanished.

_______________________________


Este pasaje me hace pensar en qué tan posible es que un loco pueda afirmar en qué estado se encuentra. Por su propia naturaleza, no sería fácil dar crédito a las palabras de un loco afirmando que está cuerdo, pero ¿qué ocurre cuando uno nos dice que realmente está fuera de sí? Podríamos creer que sus palabras son ciertas, no por su capacidad de raciocinio, sino por el nuestro que nos podría decir qué clase de persona tenemos frente a nosotros.


En todo caso, si el gato le dice a Alicia que él y todos los habitantes de ese lugar están locos, incluyendo a la propia Alicia, ¿cómo poder saberlo si nosotros mismos fuéramos uno de los habitantes del mundo de Alicia?


Si llevamos esto al extremo y hablamos de una locura total tendríamos que un loco no podría afirmar nada de la realidad utilizando su propio razonamiento.


Pienso ahora en la doctrina de la depravación total de Calvino al igual que lo hace C.S. Lewis. De acuerdo a ésta, el ser humano está tan descarriado por el pecado que no puede distinguir entre el bien y el mal, pero de acuerdo a Lewis, esto traería consecuencias terribles, pues significa que si decimos que Dios es bueno (o malo), realmente no sabemos qué es lo que estamos diciendo, puesto que no tenemos ninguna noción del bien o del mal. Lewis afirma que creer esto sería una especie de adoración al demonio, pues en todo caso, no sabríamos cómo adorar a Dios o lo que es. Ahora bien, él no cree que esto sea posible, pues con el simple hecho de nombrar algo como bueno significa que al menos tenemos una vaga noción de lo que es.


El manejar una dualidad de conceptos necesariamente implica el conocimiento de un patrón o una escala de medición para distinguir entre uno de ellos y su opuesto o la manera en que se combinan. Si decimos que estamos locos es porque conocemos de algún modo la cordura, si hablamos del mal es porque sabemos que existe el bien.


Al menos Carroll nunca hace que sus personajes afirmen que están completamente locos, lo que hace probable que sí puedan distinguir entre locura y cordura, al igual que una persona que ha bebido una cantidad moderada del alcohol nos puede decir que siente sus efectos. Con Calvino no ocurre lo mismo cuando habla de la depravación humana según C. S. Lewis, pues éste cree que la doctrina del reformador afirma que todos estamos perdidos al extremo, más que los habitantes de Wonderland.