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martes, 16 de septiembre de 2008

Acerca de la mística y de la motivación de la búsqueda de lo divino

¡Fuera de aquí, serafines, no podéis apagar mi sed!
¡Fuera de aquí, ángeles todos y todo lo que brilla en vosotros!
No quiero nade de vosotros. Sólo quiero lanzarme
Al mar de la divinidad nuda.

El peregrino querúbico I, 3

Lo que el autor quiere decir es que prefiere la divinidad sobre cualquier otra cosa. Sin embargo, estos versos de Silesius me infunden algo de temor. En mi presente estado no me atrevería a proferir palabras que consideraran innecesarias a ninguna clase de ángeles, pues a través de ellos podría ser una manera en que la divinidad deseara interactuar sobre mí. Por supuesto que nos encontramos ante un místico, y en la mística se supone que no podemos confiar demasiado en el lenguaje al ser éste considerado como algo que la experiencia mística desborda, pero aun así tengo mis reservas…

En otra parte de esta misma obra Silesius dice:

Si yo fuera un serafín, gustosamente querría ser
El gusano más despreciable para complacer al Altísimo.

El peregrino querúbico I, 59

En todo caso, del pensamiento de ambos fragmentos se podría desprender lo siguiente:

Si el Altísimo me lo pidiera, estaría dispuesto a obedecer
Al ángel o al gusano, no hay distingo
Con tal de complacerle.

Lo que quiero decir es que antes del deseo de un místico de conocer a Dios lanzándose a Él a través de su propio método o camino debería detenerse a pensar cuál es el modo en que Dios quiere que le busque. Desde luego, en el caso del Peregrino Querúbico se supone que Silesius debe partir del hecho de que Dios quiere que él le alcance a través de la mística si se quiere dar crédito a lo que el libro dice.

Creo que la mística misma puede convertirse en un ídolo si el ser humano antepone su propio deseo de ansiar la unión más íntima con la divinidad a la divinidad. La mística es un método y como tal, no debería ser un fin.

El amor hacia Dios no debe anteponerse a Dios mismo. De acuerdo al cristianismo, si ese amor se convierte en un ídolo es porque la motivación era incorrecta y por lo tanto, no podríamos llamar amor puro a esa motivación, sino que sería algo corrupto o enfermizo. El perfecto amor nunca podría dar como fruto error o idolatría.

Es muy distinto decir ¡no necesito nada ni a nadie más que a Dios! si esto se hace con motivaciones egoístas o arrogantes a si se hace a la luz del entendimiento y de la plena revelación de la naturaleza divina.

Alan

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