Paso mi mirada por el cielo
por si acaso con la suya coincidiera.
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Agua fresca
Me acerqué a escondidas para allanar su morada
hasta penetrar ocultándome en la entrada.
Ella dijo: ¡por mi hermano; por mi padre, cuyo castigo temo:
si no sales, alertaré a la gente!
Salí sin que me vieran;
entonces ella sonrió,
vi que con su mano no ofrecía resistencia
y, cogiéndola por las sienes, la besé en la boca
como hace el sediento con el cántaro de agua fresca.
La poesía árabe clásica
Antología preparada por Josefina Veglison
poesía Hiperión
2a edición, 2005
Págs. 113-114
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