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miércoles, 4 de marzo de 2009

La tristeza del pensamiento

El siguiente es un fragmento de Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento, de George Steiner:

Hemos sido creados, por así decirlo, «entristecidos». En esta idea está, casi indudablemente, el «ruido de fondo» de lo bíblico, de las relaciones causales entre la adquisición ilícita del conocimiento, de la discriminación analítica, y la expulsión de la especie humana de una felicidad inocente. Un velo de tristeza (tristitia) se extiende sobre el paso, por positivo que sea, del homo al homo sapiens. El pensamiento lleva dentro de sí un legado de culpa.

Traducción de María Condor
Cenzontle. FCE - Ediciones Siruela, 2007
Pág. 12

Como se ve, tanto el título del libro como el fragmento no son muy alentadores que digamos. En esta obra Steiner se dedica a dar esas posibles (y qué bueno que las maneje como posibles) razones por las que el simple acto de pensar no pueda ser considerado como algo neutro (ni triste ni feliz), sino que ya el pensar, en sí, es algo triste.

Analizando el fragmento es cierto que existen posturas con las que no podemos estar de acuerdo si es que nos llamamos cristianos, una de ellas es la idea de haber sido creados entristecidos, pues vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera (Génesis 1:31). Sin embargo, la idea de que la tristeza ronda siempre en el acto de pensar es posible —me agrada esa palabra— en nosotros. Steiner mismo hace referencia a lo bíblico como una de las fuentes que señalan la idea de la tristeza del pensamiento. En esto no se equivoca: la Biblia sí nos muestra a lo largo de sus pasajes que la condición actual del ser humano es triste, que hay un ruido de fondo, algo molesto en la existencia humana de por sí (y esto abarca el pensamiento), pero que esto no fue desde siempre así.

En todo caso, bien podría un apologeta encontrar un eco en estos pasajes para explicar nuestra condición actual.

Yo mismo admito que el tono inicial de esta reflexión es algo melancólico. No obstante, también es cierto que podemos ser felices, o por lo menos, hallar en nuestra existencia momentos de felicidad. Una cosa es segura si lo que Steiner llama posible es un hecho: la felicidad plena no podría provenir nunca de nuestros pensamientos, pues pensar, incluso para ser felices sería evocar la tristeza.

¿Desalentador? Depende…

Para un incrédulo que se encuentre solo con su pensamiento para aprehender el mundo (en el sentido filosófico, que abarca más allá de lo físico) lo es, pues las razones de Steiner nos hacen darnos cuenta de lo limitado, miserable y triste de nuestro pensamiento. ¡El pensamiento! ¡Aquello que es la gloria del homo sapiens! Oh, qué gloria… qué gloria tan limitada y frágil si pretendemos apoyarnos únicamente en ella.

Un cristiano que lee el libro de Steiner bien podría estar gozoso por lo mismas circunstancias que el incrédulo: ambos tendrían frente a sus ojos las mismas letras, incluso los pasajes en los que Steiner coloca a la religión y la idea de Dios como otro fútil producto del pensamiento, como algo inaccesible. Podemos gozarnos porque todo lo dicho permitiría corroborar lo que se aprecia en la Biblia:

Que el pensamiento en un origen era bueno, y lo sigue siendo, sólo que ahora se ve empeñado por la tristeza, así como la tierra sigue produciendo frutos aunque tengamos que ganarlos con el sudor de nuestra frente y entre espinos. Como todo lo que existe aparte de Dios, nosotros y cualquier cosa que poseamos puede convertirse en un ídolo al tomar su lugar.

Si deificamos el pensamiento como aquello que puede revelar, penetrar y comprenderlo todo, nos exponemos al peligro de confiar en algo limitado, que nunca puede salir fuera de sí mismo, y esto revelado por nuestro propio pensamiento. No sería entonces sorpresa hallar que hay tristeza en esto.

Como alternativa, el cristianismo propone la vía de la revelación: conocimiento que ciertamente llega a través del pensamiento, pero que no tiene su origen en él, sino en la Verdad misma; y sí, el cristianismo afirma que la Verdad es una persona.

9 comentarios:

Unknown dijo...

Sí, la tristeza radica en que pensamos y aún así no podemos comprenderlo todo. Al final, el pensamiento nos diferencía de otros seres, pero ¿hasta qué punto esto resulta de verdad positivo para todos (y, en serio, TODOS), una ventaja?

Ah, por otro lado y entonces, ninguna verdad resulta absoluta ya que proviene también del pensamiento.

-- dijo...

Bueno, si las (posibles) razones de lo que Steiner afirma son válidas, entonces no creo que de ello se desprenda que ninguna verdad resulte absoluta, sino que simplemente significaría que no estaremos en la posibilidad de conocer si lo que pensamos es una verdad absoluta o no.

Uno de los puntos que precisamente trata esta entrada es el de proponer que una fuente de Verdad es no tanto el pensamiento humano como generador de certezas, sino la revelación: lo divino revelado a través del pensamiento. Esto se considera una propuesta en el campo de la epistemología.

Por otro lado, además de hablar de relativismo, el suponer que ninguna verdad resulta absoluta nos podría llevar a hablar de escepticismo y/o agnosticismo extremos, pero habría que ver si esas posiciones son del todo defendibles cuando se afirma uno solo de sus enunciados: si ninguna verdad resulta absoluta, entonces la oración que afirma esto sufre una auto-refutación.

Unknown dijo...

Paradojas.

-- dijo...

Sí, son paradojas, pero no es posible que se sostengan. ¿Cómo creer en algo que se contradice a sí mismo? Podríamos pensar que esto es similar a la paradoja del mentiroso, pero no lo es. Para probarlo te propongo que usemos como ejemplo la paradoja que aparece en Wikipedia del cretense que afirma que todos los cretenses son mentirosos.

No lo es porque en el ejemplo que da Hughes de por qué ese enunciado y otros del mismo tipo se consideran paradojas vemos que en la explicación de vicious-circularity aparece la palabra true, y aún si no apareciera, la verdad estaría presente en las tres características de la paradoja, pues todo lo que se dice de las paradojas mismas se presenta como una verdad o falsedad, y paradójicamente, recordemos que las falsedades también son una verdad: la verdad del no-ser.

A lo que quiero llegar es que toda afirmación, negación o afirmación y negación al mismo tiempo (si es que esta clasificación existiese, por lo menos por el bien de este ejemplo, aquí se podría encasillar lo paradójico) entrañan una declaración, declaración que entraña por lo menos una verdad.

Muchas paradojas pueden hacer esto, muchas, menos las de cierto tipo: las que atacan la verdad absoluta. Ni siquiera deberían llevar el título de paradojas. Esto no puede ser, pues todos los enunciados, aún los paradójicos, apelan a la verdad (o a las varias verdades, o de perdido a las mentiras), pero estos enunciados no contemplan nada, niegan cualquier clase de verdad y mentira, y al hacerlo, niegan su propia esencia para existir. Al negar su propia existencia, existen, pero ya no habría otro plano o nivel superior o último de perspectiva en el que se pueda afirmar que existen, pues desde el principio niegan lo absoluto.

Unknown dijo...

Vamos por partes:

> al principio, hablábamos de que el pensar resulta triste (y, quizá también, un poco paradójico)porque en realidad nos hace más "miserables" el preocuparnos por El Saber, ya que es éste siempre inalcanzable.

> tiene la característica de inalacanzable porque no puede ser absoluto.

> enunciar lo anterior no es paradójico, ni se contradice: es un saber al que tenemos acceso, sin por ello convertirse en El Saber, ni en La Verdad.

Aunque claro, sí, es producto del pensamiento (en todo caso, ¿podría apelar a aquéllo de "la excepción que confirma la regla"? jaja)...

Ahora bien, El Saber conllevaría La Verdad y cualquier cosa que digamos sobre ellos provendrá del pensamiento en el que, como también hemos dicho, confiaremos poco pues podemos acercarnos a través de él a los otros, pero no poseerlos, quizá ni comprenderlos.

Lo que digo es que opino lo mismo que Steiner sobre La Verdad cristiana/católica/religiosa: Dios (cualquiera de ellos) es producto "del fútil pensamiento".

-- dijo...

Entiendo lo que dices respecto al principio. En sí lo que escribí fue una respuesta a la última parte de tu comentario:

“Ah, por otro lado y entonces, ninguna verdad resulta absoluta ya que proviene también del pensamiento.”

Simplemente lo que digo es que no se puede afirmar que ninguna verdad es absoluta, pues la frase carece de todo soporte y sentido al auto derrotarse. Mina su propia autoridad y cualquier autoridad para defender algo: la verdad. Al decir que ninguna verdad se coloca como absoluta, ella misma pasa por ser una verdad absoluta, pero desde el principio abdica a esa pretensión, por lo que no hay lugar para ella.

Ya ni me acordaba, pero precisamente coloqué una entrada al respecto hace tiempo: es un fragmento del Tratado Sobre la Naturaleza Humana, de David Hume, en el que habla del escepticismo (http://caballodeletras.blogspot.com/2009/02/dialectical-loop-in-skeptical-argument.html).

Y esto de la verdad no es poniéndonos religiosos o hablando de que la Verdad (algo así como la neta más chida del universo) es inalcanzable. El décimo mandamiento de los charolastras no puede sostenerse. No es necesario ir tan lejos, pues tú hablas de que ninguna verdad resulta absoluta, por lo que no tendremos que hallar la Verdad para desvirtuar eso, sino simplemente una verdad. Con que exista una verdad la afirmación se desvanece, pero tampoco es necesario buscar siquiera una verdad: simplemente si dejamos que esa misma frase pase a considerarse verdad se desvirtúa a ella misma no dejando espacio para que no exista ninguna verdad.

Para esto también retomo lo que tú dices que no es contradictorio: “es un saber al que tenemos acceso”; por lo tanto, ese saber existe. Entonces, sí es contradictorio con decir que ninguna verdad resulta absoluta. Como dije, no es necesario hablar del Saber (lo que quiera que sea eso), sino simplemente de que nos es posible saber ciertas cosas incluso con nuestro limitado pensamiento, como tú misma acabas de afirmar que es posible tener acceso a un saber. Ahora, si decimos que podemos saber algo es porque afirmamos estar seguros de una verdad. Por lo tanto, dentro de esto, la verdad existe y es alcanzable.

Ahora, la entrada hablaba también de otra fuente de saber y de verdad: la revelación. Lo que quería decir es que, si la divinidad revelara al ser humano algún conocimiento, este podría ser fiable aún si se deposita en el pensamiento humano, pues la fuente es la que puede llamarse veraz.

Alvin Plantinga es un filósofo que desarrolla su epistemología partiendo de un equipo noético apropiado para conocer el mundo si este equipo fue otorgado por la divinidad.

Si Dios no proviene del pensamiento humano, entonces lo que recibamos de él a través de nuestro pensamiento puede considerarse fiable.

Habrá que demostrar ahora la existencia o inexistencia de Dios, y esto considero que desborda los alcances de la filosofía y la ciencia, sería una cuestión de fe. En todo caso, Steiner utiliza la fe al llamarlas (posibles) razones.

Post data:

No me di cuenta de que en mi comentario anterior se me pasó ahora a mí poner el link hacia el artículo de Wikipedia(http://en.wikipedia.org/wiki/Paradox), pero me imagino que lo encontraste. Por otro lado, ¿ya habías leído este libro de Steiner? En caso de que no, déjame decirte que tocas casi la mayoría de las (posibles) razones, o al menos las primeras de las listadas, para la tristeza del pensamiento y te pareces mucho a él al pensarlas. ¿O será que digo esto porque a mí no me parecen tan obvias? Igual y yo también las había pensado, pero nunca les di tanta importancia.

Unknown dijo...

Muy bien, estamos de acuerdo en todo. Bueno, casi (y creo que es nuestra eterna discusión): tú sabes -debes haberlo leído ya en mi blog y en otros comentarios por aquí- que yo pienso que vivir con fe es vivir con los ojos vendados.

Yo no concibo la fe como un modo de vida. Me declaro agnóstica porque ni siquiera aspiro a entender y mucho menos saber el origen de las cosas. No es que no me importe, me declaro incapaz y de pensamiento inútil, por lo menos en esos menesteres.




Wow, no, sólo he leído lo que tú has puesto.

-- dijo...

Pero tienes fe, Rosigerante, y más si crees en el agnosticismo. Todos los seres humanos tenemos nuestros dogmas. Sería inhumano no contar con ellos. No porque sean algo malo, sino porque el simple hecho de existir nos abruma y tal vez nos exige una explicación a cada instante.

Si no creemos en Dios, entonces necesitamos fundamentar la existencia en algo. Si creemos en Él, entonces Él mismo nos pide que lo aceptemos como el fondo de toda existencia sin haber algo detrás (pues entonces no sería Dios).

El agnosticismo también puede ser algo paradójico: una fe en la duda, pero no se contradice porque en el fondo no es agnosticismo puro. Eso no puede existir. Cuando alguien se define como agnóstico creo que lo que realmente quiere decir es: "dudo de todo, menos de esto..." y eso también es un dogma.

Unknown dijo...

Creo que no se trata exactamente de dudas, si no de aceptaciòn del no-saber y nunca-poder-saber.

Claro que debo fundamentar las cosas en mi intelecto para poder entenderlas (o tratar) y eso puede ser un dogma, pero no tiene nada que ver con la fe (no me niego por prejuicio, sino por convicciòn).

Es decir, no puedes creer (tener fe) en una duda. Puedes, simplemente, dudar... O aceptar que, ciertas cosas, escapan de tu conocimiento y entendimiento, y vivir con ello.