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miércoles, 12 de marzo de 2008

Pero cuando llegó la 14a noche (fragmento); Las mil y una noches

Cuenta la leyenda que aquel que lea Las mil y una noches completas se volverá loco. Por fortuna, aun no llego a tal estado.

Adoro esta obra, es tan rica en todo: historias, más historias, historias dentro de historias, viajes, magia, conocimientos de medicina y remedios, astronomía, erotismo, teología del Islam, poesía, proverbios y sabiduría práctica, fábulas, recetas de cocina, personajes y reinos ficticios e históricos y la lista sigue...

Relatos conocidos por todos, como Aladino, Alí Babá y los 40 ladrones y Simbad el marino están contenidas en esta obra; bueno, no en la versión original, sino que con el paso del tiempo se le han ido agregando cuentos a ésta.

Algunos escritores, como Borges, amaron profundamente esta obra.

Si van a leer Las mil y una noches recomiendo que lo hagan NO en una versión simplificada o para niños, sino en una traducción que procure respetar el contenido y el tono original de la obra. Procuren seguir una secuencia.

La versión que puede ser descargada de elaleph.com es buena, no recuerdo el nombre del traductor. Otra que recomiendo es la relativamente costosa edición crítica de Cátedra, que corrió a cargo de dos amigos míos: Jesús Urceloy y Antonio Rómar. Al final, en las notas, a los muy sinvergüenzas se les ocurrió añadir un relato en que los protagonistas son ellos mismos con sus nombres chuzcamente adaptados al árabe, me pareció gracioso.

Otro detalle amable y gracioso de su parte fue incluir en la edición una lista de personajes relevantes en los relatos, lo que se dice de ellos y en qué parte de la obra aparecen, para que fuera fácil ubicarlos dentro del texto, ya sea por nombre o por características. Así, por ejemplo, temos que de Hassan Badreddin, un joven de magnífica hermosura, en un relato se dice: ¡Por Alah! ¡No he visto cosa parecida! ¡Ha sido creado para poner en combustión todas las vulvas! y en el comentario de Urceloy y Rómar aparece algo así como: "Lo dijo un efrit; por lo tanto, debe ser verdad".

En esta ocasión, coloco aquí un fragmento de la 14a noche. Es un relato de un combate entre dos magos, desbordante de imágenes e imaginación. Antes, los sitúo en el contexto: unas líneas atrás un saaluk nos dice que procederá a narrar sus aventuras, entre ellas cómo había sido convertido en mono y cómo es que perdió un ojo. Lo que coloco es sólo un fragmento de la aventura. Si quieren saber más, vayan directamente a Las mil y una noches.

Alan

Pero cuando llegó la 14a noche

Ella dijo:

He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que el segundo saaluk dijo a la dueña de la casa:

¡Oh, mi señora! Al oír la princesa el ruego de su padre, cogió un cuchillo que tenía unas inscripciones en lengua hebrea, trazó con él un círculo en el suelo, escribió allí varios renglones talismánicos, y después se colocó en medio del círculo, murmuró algunas palabras mágicas, leyó en un libro antiquísimo unas cosas que nadie entendía, y así permaneció breves instantes. Y he aquí que de pronto nos cubrieron unas tinieblas tan espesas, que nos creíamos enterrados bajo las ruinas del mundo. Y súbitamente apareció el efrit Georgirus bajo el aspecto más horrible, las manos como rastrillos, las piernas como mástiles y los ojos como tizones encendidos. Entonces nos aterrorizamos todos, pero la hija del rey le dijo: "¡Oh efrit! no puedo darte la bienvenida ni acogerte con cordialidad". Y contestó el efrit: "¿Por qué no cumples tus promesas? ¿No juraste respetar nuestro acuerdo de no combatirnos ni mezclarte en nuestros asuntos? Mereces el castigo que voy a imponerte. ¡Ahora verás, traidora!" E inmediatamente el efrit se convirtió en un león espantoso, el cual, abriendo la boca en toda su extensión, se abalanzó sobre la joven. Pero ella, rápidamente, se arrancó un cabello, se lo acercó a los labios, murmuró algunas palabras mágicas, y en seguida el cabello se convirtió en un sable afiladísimo. Y dió con él tal tajo al león, que lo abrió en dos mitades. Pero inmediatamente la cabeza del león se transformó en un escorpión horrible, que se arrastraba hacia el talón de la joven para morderla, y la princesa se convirtió en seguida en una serpiente enorme, que se precipitó sobre el maldito escorpión, imagen del efrit, y ambos trabaron descomunal batalla. De pronto, el escorpión se convirtió en un buitre y la serpiente en un águila, que se cernió sobre el buitre, y ya iba a alcanzarlo, después de una hora de persecución, cuando el buitre se transformó en un enorme gato negro, y la princesa en lobo. Gato y lobo se batieron a través del palacio, hasta que el gato, al verse vencido, se convirtió en una inmensa granada roja y se dejó caer en un estanque que había en el patio. El lobo se echó entonces al agua, y la granada, cuando iba a cogerla, se elevó por los aires, pero como era tan enorme cayó pesadamente sobre el mármol y se reventó. Los granos, desprendiéndose uno a uno, cubrieron todo el suelo. El lobo se transformó entonces en gallo, empezó a devorarlos, y ya no quedaba más que uno, pero al ir a tragárselo se le cayó del pico, pues así lo había dispuesto la fatalidad, y fué a esconderse en un intersticio de las losas, cerca del estanque. Entonces el gallo empezó a chillar, a sacudir las alas y a hacernos señas con el pico, pero no entendíamos su lenguaje, y como no podíamos comprenderle, lanzó un grito tan terrible, que nos pareció que el palacio se nos venía encima. Después empezó a dar vueltas por el patio, hasta que vió el grano y se precipitó a cogerlo, pero el grano cayó en el agua y se convirtió en un pez. El gallo se transformó entonces en una ballena enorme, que se hundió en el agua persiguiendo al pez, y desapareció de nuestra vista durante una hora. Después oímos unos gritos tremendos y nos estremecimos de terror. Y en seguida apareció el efrit en su propia y horrible figura, pero ardiendo como un ascua, pues de su boca, de sus ojos y de su nariz salían llamas y humo; y detrás de él surgió la princesa en su propia forma, pero ardiendo también como metal en fusión, y persiguiendo al efrit, que ya nos iba a alcanzar. Entonces, temiendo que nos abrasase, quisimos echarnos al agua, pero el efrit nos detuvo dando un grito espantoso, y empezó a resollar fuego contra todos. La princesa lanzaba fuego contra él, y fué el caso que nos alcanzó el fuego de los dos, y el de ella no nos hizo daño, pero el del efrit sí que nos lo produjo, pues una chispa me dió en este ojo y me lo saltó; otra dió al rey en la cara, y le abrasó la barbilla y la boca, arrancándole parte de la dentadura y otra chispa prendió en el pecho del eunuco y le hizo perecer abrasado.

Mientras tanto, la princesa perseguía al efrit, lanzándole fuego encima, hasta que oímos decir: "¡Alah es el único grande! ¡Alah es el único poderoso! ¡Aplasta al que reniega de la fe de Mohamed, señor de los hombres!" Esta voz era de la princesa, que nos mostraba al efrit enteramente convertido en un montón de cenizas. Después llegó hasta nosotros y dijo: "Aprisa, dadme una taza con agua". Se la trajeron, pronunció la princesa unas palabras incomprensibles, me roció con el agua, y dijo: "¡Queda desencantado en nombre del único Verdadero! ¡Por el poderoso nombre de Alah, vuelve a tu primitiva forma!”

Entonces volví a ser hombre, pero me quedé tuerto. Y la princesa, queriendo consolarme, me dijo: "¡El fuego siempre es fuego, hijo mío!" Y lo mismo dijo a su padre por sus barbas chamuscadas y sus dientes rotos. Después exclamó: "Oh padre mío! Necesariamente he de morir, pues está escrita mi muerte. Si este efrit hubiese sido una simple criatura humana, lo habría aniquilado en seguida. Pero lo que más me hizo sufrir fué que, al dispersarse los granos de la granada, no acerté a devorar el grano principal, el único que contenía el alma del efrit; pues si hubiera podido tragármelo, habría perecido inmediatamente. Pero ¡ay de mí! tardé mucho en verlo. Así lo quiso la fatalidad del Destino. Por eso he tenido que combatir tan terriblemente contra el efrit debajo de tierra, en el aire y en el agua. Y cada vez que él abría una puerta de salvación, le abría yo otra de perdición, y yo tuve que hacer lo mismo. Y después de abierta la puerta del fuego, hay que morir necesariamente. Sin embargo, el Destino me permitió quemar al efrit antes de perecer yo abrasada. Y antes de matarle, quise que abrazara nuestra fe, que es la santa religión del Islam, pero se negó, y entonces lo quemé. Alah ocupará mi lugar cerca de vosotros, y esto podrá serviros de consuelo".

Después de estas palabras empezó a implorar al fuego, hasta que al fin brotaron unas chispas negras que subieron hacia su pecho. Y cuando el fuego le llegó a la cara, lloró y luego dijo: "¡Afirmo que no hay más Dios que Alah, y que Mohamed es su profeta!" No bien había pronunciado estas palabras, la vimos convertirse en un montón de ceniza, próximo al otro montón que formaba el efrit.

1 comentario:

Sonia Tejada dijo...

Ah caray! ¡Entonces ya mi locura está justificada!jajajajja.

Me fascina esta obra. Me la he leído varias veces y cada vez que la leo me gusta más. A propósito, tu entrada me ha hecho recordar que se la preste a un amigo hace mas de un año y todavía no me la devuelve :(.