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jueves, 15 de mayo de 2008

Entre los griegos, no sólo los dioses tomaban formas de animales y se aparecían en sueños...

Si al correr del tiempo, no se le pueden perdonar algunas injusticias, es que a los fundadores, los que con su palabra decidieron la suerte de los siglos, no les sea dado el poder contemplar su obra. Así Platón, con esta estrofa, con esta sola estrofa, la más platónica, la más poética también, de toda la poesía humana:

¡
Oh cristalina fuente
si en estos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!

En tan breves palabras está todo Platón y toda la poesía.

Todo hombre de talla gigantesca, todo aquél que ha decidido con su palabra o con su obra la suerte de la historia humana, tiene su leyenda por la cual, su nombre desciende hasta la más obscura ignorancia. La leyenda es la forma piadosa del conocimiento, porque merced de ella, todo hombre participa, en algún modo, de la verdad y de la historia. Muchas gentes no saben de Platón, sino una leyenda que las hojas del Almanaque reproducen alguna vez: Platón se anunció a su maestro, Sócrates, antes de su encuentro con él, en un sueño; en un sueño, bajo la forma de blanco cisne. Reprimamos la sonrisa incrédula de los que han leído mucho y se han ensoberbecido por ello. Porque un cisne es un ángel castigado; un ángel inmovilizado que no ha perdido su pureza, ni sus alas. Unas alas incoherentes, demasiado grandes para tan leve cuerpo, al que no consiguen, sin embargo, arrastrar hacia lo alto y que más que órgano son señal, nostalgia de una perdida naturaleza. Y alguien, ha podido soñar con Platón sintiéndole detrás de dos criaturas las más diferentes: un toro y un blanco cisne. El toro de la sangre y de la muerte, transformándose en la pureza alada, pero problemática, de la filosofía.

María Zambrano
Filosofía y Poesía
Mística y Poesía (fragmento)
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¡ADORO este fragmento! Zambrano utiliza de un modo admirable la leyenda que circula en torno a Platón para reforzar con imágenes deslumbrantes la idea que venía desarrollando a lo largo de esta porción de su ensayo: reconciliar la mística platónica con la poesía.

Yo también quisiera unas enormes alas... alas más fuertes que el peso mi cuerpo...

Por otro lado, me pongo a pensar qué ocurriría, qué sentirían los fundadores de nuestra civilización al ver aquello que han producido a través de lo que hicieron en el pasado...

De entre todos ellos viene a mi mente Jesucristo cuando de él se afirma que verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho (Isaías 53:11).

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