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sábado, 27 de septiembre de 2008

Robaiyyat nº 8 y 10 (edición de Sadeq Hedayat); Omar Jayyam

8

El mar de la existencia emergió de lo oculto,
no hay sondeo que horade esta piedra preciosa;
los que explicaron algo, lo hicieron por quimera,
qué sea, en realidad, nadie puede decirlo.

10

Al periodo en el cual llegamos y partimos
ni se le ve el comienzo ni el fin se le vislumbra;
y no hay nadie que pueda decirnos de verdad
de dónde procedemos ni a dónde partiremos.

Edición de Sadeq Hedayat
Versión española de Zara Behnam y Jesús Munárriz
poesía Hiperión
_______________________________

Triste de nuevo, triste...

Cuando el ser humano intenta explicarse de dónde vino y hacia dónde va tropieza siempre con su condición de ser limitado en cuanto a conocimiento, de modo que ninguno de nosotros es capaz de afirmar que puede conocerlo todo.

Si nos damos cuenta de nuestra condición vemos que no es sabio afirmar que conocemos la respuesta a esas dos preguntas por nosotros mismos, incluso si nuestra respuesta es: el vacío o la nada, pues eso equivale a decir que sabemos algo.

El ser humano debería ser capaz de darse cuenta de que no puede hacer nada más que dudar y cuestionar, y eso es todo, pues la respuesta nos trasciende, al menos en capacidades para obtenerla...

Si alguien apela a su humanidad para respoder no creo que podamos considerar seriamente lo que dice, pero si hace referencia a algo que trasciende lo humano, tendríamos que reconsiderar y escuchar lo que nos dice antes de simplemente deshechar su enseñanza.

Alan

7 comentarios:

Unknown dijo...

Hacer referencia a algo que trasciende a lo humano es apelar a nuestra condición humana.

Paradójico, ¿no?

-- dijo...

Sí, en el sentido de que tiene que reconocerse a sí mismo para hacer referencia a otra cosa, para establecer una diferencia.

A lo que yo me refiero es que cuando el ser humano se da cuenta de esto y afirma que hay algo más llega lo humano hasta ahí, pero cede al reconocer la autoridad de lo otro y deja que eso otro sea quien dicte la respuesta a su pregunta, no él mismo.

-- dijo...

Sí, en el sentido de que tiene que reconocerse a sí mismo para hacer referencia a otra cosa, para establecer una diferencia.

A lo que yo me refiero es que cuando el ser humano se da cuenta de esto y afirma que hay algo más llega lo humano hasta ahí, pero cede al reconocer la autoridad de lo otro y deja que eso otro sea quien dicte la respuesta a su pregunta, no él mismo.

Unknown dijo...

No sé. Todo esto de "algo que trasciende a lo humano" me parece difícil, porque pienso que termina siendo absolutamente humano, que se trata de dar explicaciones para intentar comprender, para no sentirse perdido.

Ergo, para mi, la invención de dioses, de mitologías, etc., es lo más humano del mundo.

-- dijo...

Este comentario me ha inspirado para escribir uan entrada que hable respecto a este tema.

Te avisaré cuando la tenga lista y continuaremos hablando de esto por ahí si gustas.

Unknown dijo...

Muy bien. Te estaré leyendo otro día de estos que me pueda escapar unos minutos del trabajo.

¡Saludos!

-- dijo...

Prometí una entrada respecto a esto, pero el tema se desbordó en cuando a la extensión y una de las ilustraciones que utilicé… ¡derivó en un relato! Sigo trabajando en él, pero por lo mismo, no creo postearlo.

Pero bueno, responderé por aquí entonces:

El suponer que los dioses y la mitología (lo que nos lleva a englobar todos los dioses y todas las mitologías, y considerando las mitologías como ficciones) son invención humana conlleva a una predisposición en cuanto al tema si no se fundamenta la razón de nuestra creencia; es decir, en nosotros existiría una creencia en la no existencia de dioses, pero no fundamentada del todo. Ahora bien, puede que esa creencia se fundamente y en todo caso habrá que ver cómo se hace esto.

Por más que se den pruebas, es muy difícil llegar a la afirmación rotunda de la existencia o inexistencia de lo divino basados en la razón. Lo que en todo caso podríamos aportar serían pruebas o evidencia a favor o en contra, pero la creencia negación requieren de un último paso: una apuesta o decisión que se toma en base a la evidencia.

Puede ser que todo lo que se haya dicho hasta el momento sea mentira o al menos algo sea verdad (no puede serlo todo, pues algunos puntos de vista en este tema son mutuamente excluyentes), pero se tendría que examinar caso por caso.

Si alguien apela, por ejemplo, a la existencia de algo divino como fuente de la verdad, entonces la investigación tendría que tornarse no únicamente hacia la persona que plantea esa tesis, sino a quien afirma que tiene la verdad (lo supuestamente divino) para descubrir si lo que afirma es cierto.

El epistemólogo Alvin Plantinga, por ejemplo, plantea que los seres humanos podemos tener conocimiento de la verdad porque Dios es quien lo otorga y Dios es perfecto y conoce todas las cosas sin error. Al afirmar esto no podemos desechar su tesis por apelar a algo divino, sino que en todo caso el debate tendría que transportarse al tema de la existencia y los atributos de Dios y una vez que estas cuestiones sean resueltas (si es que alguna vez lo son), entonces sí podríamos decir si es válido o no hacer referencia a la divinidad como fuente de conocimiento humano. Antes de eso, tendría que ser visto como una propuesta y esta propuesta puede ser reforzada como algo verdadero o falso en base a si tiene sentido lo que se afirma cuando lo comparamos con nuestro conocimiento de la realidad o no.

No porque algo sea producto de lo humano podemos afirmar que es una ficción. De pensar así podríamos incurrir en una falacia genética.