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viernes, 14 de noviembre de 2008

La transitoriedad y corrupción de la creación: un robaí de Jayyam pregunta, el Eclesiastés responde...

Robaiyyat, Robaí nº 11 (edición de Sadeq Hedayat); Omar Jayyam

Si es la naturaleza obra del hacedor,
¿por qué permitió en ella excesos y defectos?
Si resultaba hermosa, ¿por qué pues, destruirla?
Si hay rostros poco hermosos, ¿de quién será la culpa?

Versión española de Zara Behnam y Jesús Munárriz
poesía Hiperión
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Eclesiastés 3:1-15 (Reina-Valera 1960)

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;
y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
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La respuesta que al menos cristianismo y judaísmo dan a los defectos hallados en un mundo creado por un ser perfecto estriba en la libertad con la que fueron dotados los seres humanos (y según el cristianismo, también los ángeles, idea no compartida por todos los judíos), esta libertad implica el poder decidir obedecer o no a Dios , y uno de los resultados de no hacerlo fue la condición actual del mundo.

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